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Educación

Tecnología y educación

La serie ‘Adolescencia’ y una alerta ante el desconcierto adulto

Crédito imagen: Netflix

En mi columna sobre tecnologías, en esta ocasión hago un primer intento de reflexionar sobre un tema que está muy presente en los medios en estos días, y que está relacionado con la serie que se ha estrenado en la plataforma Netflix en este mes de marzo, que lleva por título «Adolescencia». La serie ha tenido una gran repercusión, decíamos, por el impacto que ha causado su temática. Me interesó reflexionar sobre el significado y de la importancia de tratar de entender cuál es el mensaje de la serie.

¿Qué tiene que ver esto con una columna sobre tecnología? Justamente, el eje de toda esta situación se explica a partir del uso de determinadas plataformas y de ciertos códigos que los adolescentes manejan en ellas. Pero lo particular y que realmente tiene un impacto profundo en aquellos que han visto la serie, es el desconcierto de los adultos frente a estos nuevos códigos.

Toda esta temática es una verdadera invitacióna reflexionar acerca de cuánto estamos entendiendo del mundo adolescente, sobre todo quienes tenemos algún tipo de intervención como es el caso de los docentes y de los padres de adolescentes.

Queda hecha la invitación a pensar entre todos.

Escuchá nuestra columna sobre este contenido:

Algunas referencias mencionadas en la columna:

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La «grieta» digital: Chomsky vs. Gates

En una nota de Octavio Islas para El Universal de México, se demuestra claramente que las miradas de Noam Chomsky y Bill Gates son diametralmente opuestas, entre otras cuestiones, en cuanto al tópico de la inteligencia artificial (IA).

Claro, Gates razona como ingeniero, empresario y filántropo. Chomsky, por su parte, razona como lingüista, filósofo y político.

En el ensayo «Noam Chomsky: The False Promise of ChatGPT» publicado por The New York Times en marzo de 2023, el lingüista calificó a la IA generativa como “el mayor robo de propiedad intelectual que se registre desde que los colonos europeos llegaron a tierras nativas americanas”.

La mente humana ―afirmó― “no es, como ChatGPT y sus semejantes, una máquina estadística y glotona de cientos de terabytes de datos en pos de obtener la respuesta más plausible a una conversación o la más probable a una pregunta científica. Es un sistema sorprendentemente eficiente y elegante que opera con una cantidad limitada de información. No trata de lesionar correlaciones a partir de datos, sino que intenta crear explicaciones”.

Chomsky propuso designar a la IA como “un software de plagio”, ya que “no crea nada, sino que copia obras existentes, de artistas existentes; las altera lo suficiente como para escapar de las leyes de derechos de autor”.

Por su parte, en diciembre de 2023 Bill Gates, fundador de Microsoft, publicó su reflexión sobre el impacto de la IA en la innovación: «AI is about to supercharge the innovation pipeline». Lo hizo en LinkedIn, la red de Microsoft. Allí afirma que “la innovación ha mejorado el mundo. Hoy somos mucho más productivos gracias a la revolución informática. Las economías más prósperas están impulsadas por industrias innovadoras que evolucionan para satisfacer las necesidades de un mundo cambiante. La innovación es la clave para sacar el máximo partido de cada dólar gastado. (…) La IA está a punto de acelerar el ritmo de los nuevos descubrimientos a un ritmo nunca visto”.

En contra de o que sostienen muchos académicos e investigadores, Gates sostiene que la IA podría favorecer el advenimiento de un mundo más igualitario y más equitativo. Y añade que hasta puede reducir o incluso eliminar el desfase entre el momento en que el mundo rico obtiene una innovación y el momento en que lo hace el mundo pobre.

Enfatizando que, desde 2000, las vacunas han contribuido a disminuir de forma significativa los índices de mortalidad en los menores de cinco años, Gates espera que la IA pueda acelerar la creación de nuevos medicamentos. Por ejemplo, medicamentos para curar el cáncer. Y adentrándose en el mundo de la educación, subrayó la importancia de los tutores personalizados de IA para cada alumno, al referir los notables resultados que advierte en plataformas como Khanmigo y MATHia, las cuales son capaces de adaptarse a las necesidades formativas de cada alumno.

Las miradas de Chomsky y Gates son diametralmente opuestas, no solo al considerar a la IA. Entre ambos, nada podría resultar común. Pero ambas miradas son indispensables en el necesario debate que estos cambios tecnológicos merecen.

Escuchá nuestra columna sore este contenido:

Fuente: El Universal

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Riesgos potenciales del código QR

Días atrás publiqué en mis redes sociales la foto de aquí arriba destacando el pasacalle. Me pareció una pieza graciosa y quise compartirla. La respuesta de mis contactos no se hizo esperar, y comenzaron a aparecer comentarios de todo tipo, muy simpáticos algunos, y otros con información precisa sobre el origen: se trata de una pieza publicitaria que, llamando la atención sobre el contenido del mensaje, tiene como objetivo final que el ocasional lector ingrese a un sitio web promocional usando su celular para leer el código QR que acompaña al cartel.

Me pareció necesario entonces, ante la presencia cada vez más amplia del código QR, abordar la cuestión de la seguridad implícita en estas acciones, explicando qué es, cuáles son los riesgos y cuáles las consideraciones a tener en cuenta en el uso seguro del código QR.

¿Qué es el código QR?

Usando QR en nuestro sitio facilitamos el acceso desde un móvil.

Un código QR representa gráficamente una cadena de texto, números o caracteres alfanuméricos. Un uso muy común es el QR que los negocios dan a sus clientes, que les permite acceder a diferentes servicios. La denominación QR significa Quick Response o Respuesta Rápida en nuestro idioma, porque fueron diseñados para ser descifrados y leídos rápidamente. Es similar al reconocido código de barras, pero con la posibilidad de almacenar mucha más información debido a su estructura gráfica.

Se utilizan escaneándo el código con una función integrada en la cámara del móvil o utilizando alguna aplicación para tal fin. El escáner descifrará el código conformado por barras y cuadrados, y llevará al usuario a la cuenta o sitio web oficial del negocio o aplicación que lo requiera.

En el ejemplo de la foto que motiva esta entrada, este tipo de pasacalle es una nueva modalidad utilizada para revolucionar las ventas o la visibilidad de un lugar. Aquí, el QR redirecciona a una publicidad de una pizzería local. Al ingresar al link se aclara que se trata de una broma, convirtiéndo este recurso en una modalidad usada con el fin de captar nuevos clientes.

Riesgos de seguridad

Más allá de las consideraciones que puedan hacerse sobre la publicidad encubierta, como en este caso, nos importa destacar aquí la cuestión del uso seguro del código QR. Presente tanto en los envases como en la publicidad y aún en las billeteras virtuales, hay cuestiones de seguridad que deben tenerse en cuenta a la hora de acceder a la lectura de un código QR.

¿Cuáles podrían ser los riesgos? Uno muy común son los ataques de phishing, una táctica diseñada para engañar y conseguir que un usuario revele sus datos financieros, información personal o credenciales de inicio de sesión. La modalidad es enviarle a la potencial víctima un correo electrónico, un folleto, una carta o un mensaje en las redes sociales que contenga un código QR. El estafador introduce un enlace malicioso en el código, que una vez escaneado, lo lleva a una página que creó el propio delincuente y que solicita el ingreso de datos, permitiendo al atacante robar la información.

Esto puede suceder también fuera de línea: los estafadores reemplazan los códigos auténticos por códigos falsos en establecimientos de acceso masivo como shoppings, restaurantes, hoteles, etc.

Otro de los reisgos es la descarga silenciosa de malware o código maligno. Los ciberdelincuentes tienen la capacidad de incorporar subrepticiamente enlaces fraudulentos. Las personas que escanean estos códigos podrían convertirse en víctimas de malware, de hecho, una visita al sitio web sugerido podría resultar en una descarga inadvertida, permitiéndo infecciones o robos de información.

Aunque la mayoría de las aplicaciones móviles solicitan al cliente que verifique los detalles del pago después de escanear el código, los usuarios deben prestar mucha atención a fin de no aprobar un pago fraudulento o un link que dirija a una estafa.

¿Cómo protegerse de las estafas al usar un código QR?

Es importante reconocer y prevenir los riesgos en el uso de estos códigos. Es fudamental nunca escanear un código si despierta alguna sospecha o no es confiable.

Algunas recomendaciones que sugieren los especialistas: primeramente, verificar la URL o dirección web a la que redirige dicho código.  Antes de ingresar, es importantísimo verificar que la URL no presente signos sospechosos o si parece no coincidir con el nombre del negocio. Podría tratarse de una estafa.

También es fundamental, si el código QR se encuentra en un lugar público, examinar cuidadosamente en busca de signos de manipulación, como la colocación de una etiqueta adhesiva sobre el original. Si parece no encajar con su fondo, por ejemplo, entonces debemos abstenernos de escanearlo y denunciarlo inmediatamente. Y cuidado con escanear códigos QR de sitios web, carteles, volantes o revistas desconocidos, a menos que estemos seguros de que el destino es legítimo. Los estafadores pueden sustituir estos códigos y redirigir a un sitio web de phishing para robar tu información personal.

También es importante tener cuidado con las aplicaciones de terceros para escanear el código. La mayoría de los teléfonos inteligentes tienen un escáner de códigos QR en la cámara, que es más confiable y verificado por parte del fabricante. No hace falta arriesgarse con aplicaciones que no se conocen, y mucho menos si no provienen de los canales formales, como Google o Apple.

Muchas personas son reacias a utilizar el administrador de contraseñas ante el riesgo de robo o pérdida del dispositivo, pero lo cierto es que su uso posibilita reconocer un sitio, evitando que se introduzca automáticamente información sensible como el nombre de usuario y la contraseña.

Como conclusión, digamos que el código QR está cada vez más presente tanto en los envases como en la publicidad y aún en las billeteras virtuales. Hay cuestiones de seguridad que debemos tener muy en cuenta a la hora de utilizarlo.

Que la practicidad de su uso no nos traiga dolores de cabeza cayendo en alguna trampa maliciosa, simplemente prestando la debida atención.


Fuentes:
Diario El Norte
Sitio de HP Tech Takes
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Lic. Patricio Irisarri: Periodismo, Universidad y nuevos medios

Durante la inauguración de «Trinchera del Sur Estudio Multimedia» de la Biblioteca Pocho Lepratti y Radio La Hormiga, entrevistamos a uno de los profesionales de medios que nos acompañaron a lo largo de la jornada.

Se trata del Lic. Patricio Irisarri, coordinador del ciclo de la Licenciatura en Periodismo de la Universidad Nacional de Rosario, docente de la carrera de Comunicación. La actualidad del periodismo y las formas de abordarla por parte de la UNR, en una amena conversación con el profesional.

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Tecnología móvil y escuela: una nueva oportunidad perdida, y van…

Argentina, tierra de (perder) oportunidades, está a las puertas de perder una más, y una vez más en el campo de la educación y las nuevas tecnologías.

La realidad es que nuestros chicos incorporaron hace ya tiempo la tecnología digital móvil a lo cotidiano, entonces estamos lidiando en parte con la dificultad de los chicos pero mucho más con la dificultad del adulto en generar nuevos modelos que produzcan un cambio real en  la educaciónLa llegada del ChatGPT y las tecnologías de inteligencia artificial al aula es otro caso: interpela, no tanto a los chicos sino a nosotros y nuestras prácticas.

Ya en marzo de 2006 veníamos advirtiendo que «hay cuestiones que la escuela no puede -y a veces no sé si quiere- manejar, porque la resistencia a las nuevas tecnologías fue históricamente casi un paradigma. ¿Cuánto tiempo tardó en aceptar el bolígrafo? ¿Cuánto se está tardando en construir espacios que acomoden a todos, aun a los de diferentes capacidades? ¿Cuánto tiempo se va a tomar discutiendo sobre los celulares?»

Por si no lo recuerda, estimado lector, estamos hablando de móviles como estos:

Vale destacar que aquel debate, aunque incipiente, ya se estaba anticipando a lo que vendría: muchos expertos anunciaban (y alertaban) sobre lo que sería posible con esa tecnología, que aunque aun en pañales ya se vislumbraba como la revolución móvil que finalmente fue. 

Al año siguiente, 2007, participé en una mesa-debate televisiva junto a especialistas de diferentes disciplinas, acerca de los celulares y la dependencia tecnológica. Allí también se anticiparon muchos de los logros y dificultades que vendrían con estas tecnologías incipientes. Por cierto, la dependencia hacia esos aparatos que ya se anticipaba en aquel debate, se cumplió y con creces.

Anticipando el futuro

En ese mismo año, la publicación económica MateriaBiz publicaba un extenso artículo sobre «el celular del futuro», en el que todo lo que se anticipaba sobre el futuro del móvil se ha hecho realidad hoy.

Tiempo después analízábamos el problema de la incorporación de las nuevas tecnologías desde otro ángulo, el de los significantes, hablando sobre la importancia de los contenidos más que de las modas:

«El libro, el pizarrón, la tiza, el banco, el aula, el taller, la escuela (…)  estas eran algunas de las tecnologías que usábamos en mi época de escolar. Muchas de ellas cambiaron radicalmente en función de un cambio de teoría: a modo de ejemplo, el banco fijo en hilera del conductismo dio paso al más constructivista pupitre libre con silla, en franca evidencia de que la escuela -a diferencia de lo que afirman algunos iluminados– sí sabe que hacer con las tecnologías, aunque a veces se sobresalte y no reaccione de inmediato, porque entiende que ellas acompañan formas y modos de educar, y también ideologías, según sean aceptadas y utilizadas o desechadas (…) El problema de la incorporación de los cambios tecnológicos en la escuela, y de las nuevas tecnologías en particular, parece ser que también se espera que cambie la forma en que suele cambiar, valga el juego de palabras. La tecnología en la escuela siempre cambió cuando se «llenó» de contenido -nuevas teorías, nuevos usos, nuevas disciplinas, nuevas necesidades. Ahora parece no hacer falta el contenido: con que esté de moda basta. Cuando hablan los tecnólogos, «mercadólogos», economistas, gurúes y otras especies dentro de la fauna de opinólogos– la escuela siempre está errada. Pero no nos equivoquemos: la escuela va a incorporar todas estas tecnologías nuevas cuando pueda -podamos- ‘llenarlas’ de contenidos en función de mejorar los aprendizajes, razón última de ser de la escuela.»

Todo esto sucedía, vale aclarar, en el contexto de la prohibición del celular en las aulas por parte del poder legislativo santafesino en el año 2006. Aparentemente esto no hizo mella en el municipio rosarino, dado que en 2009 llevó a cabo su Campamento Digital usando celulares. Contradicción pura, y en el medio los docentes, los chicos y la escuela.

¿Qué podía salir mal? Por desgracia, casi todo.

Los riesgos que ya se avizoraban

Sigamos. En el año 2010, un estudio del Ministerio de Educación alertaba sobre que el 95% de los chicos no creía en los riesgos de Internet, mientras que el 75% de ellos sostenía que todo lo que se dice en la red es cierto. Cómo una respuesta a esta problemática, el programa Escuela y Medios del Ministerio de Educación publicó en Internet una guía titulada «Los adolescentes y las redes sociales», un trabajo en el que se brindaba un panorama de los riesgos de la Web y consejos para saber cómo manejarse en Internet manteniendo la seguridad personal. La doctora Roxana Morduchowicz, una de las autoras del trabajo, anticipaba en aquel momento que «de acá a cinco años, los chicos van a acceder más a Internet por el celular que por la computadora. Y como el celular es personal, va a ser más difícil saber para qué lo usan».

Repito: año 2010. Suena familiar, ¿no es cierto?

Volviendo al año 2008, en otra mesa de debate que participamos cuyo eje era la capacitación docente en las nuevas tecnologías, se elaboraron algunas conclusiones y propuestas a la necesidad de dicha capacitación.

Se dijo que, teniendo en cuenta que los chicos sabían usar muy poco y sin un sentido claro como funcionan y para qué sirven esas tecnologías, y que como consecuencia necesitaban entender sobre los beneficios y también sobre los riesgos en su uso, comprendiendo además que hay una gran carga de autonomía y libertad en el uso de estas herramientas, los chicos necesitaban adquirir nuevas competencias, por lo que se requería de docentes formados para proveerlas -en el sentido de aprovisionarlos, de darles lo necesario para el resto del camino.

¿Cuál fue la respuesta? Se quitó la materia Computación de la currícula, de modo tal que a partir de allí ya no hubo espacio ni la consiguiente capacitación de docentes para el área específica. 

El celular, ese enemigo

En 2012 arreció la batalla contra los celulares.  Asunto muy mediatizado, tuve oportunidad de participar en algunos informes elaborados por los medios en los que ya observaba claramente que esta contienda era de muy difícil resolución y se daba principalmente en la escuela. Vaya paradoja, justamente en el ámbito que se les temía hasta el rechazo y la prohibición.

En este rincón, aquellos que se apresuraban a prohibir todo dispositivo digital en la escuela, ludditas involuntarios producto de su propia ignorancia más que de una reflexión sesuda. En el otro rincón, aquellos que veían en las nuevas tecnologías la solución a todos los males de este mundo. Y en el medio los niños dentro de un aula que, por centenaria, todavía dependía -y depende-, de una pizarra, de fotocopias y de la buena voluntad de un docente tan abrumado como todos por la imposición -o carencia- de soluciones tecnológicas.

Pareciera ser, además, que ante la falta de un árbitro -siguiendo con la metáfora boxística- competente, informado y formado en estas cuestiones de la realidad del aula, los medios toman ese lugar y plantean con más o menos buenas intenciones el problema, convirtiéndose así en uno de los pocos lugares públicos para debatir estas cuestiones. Aunque, convengamos, no sería el indicado.

Salir de la incertidumbre

Muchos planteamos en reiteradas ocasiones la necesidad de resolver las contradicciones y de establecer acuerdos en cuanto al uso de las nuevas tecnologías en el aula. La resistencia del sistema ya fue vencida: ya se metieron de prepo en lo cotidiano y, sin dudarlo, en la escuela. Porque claro, que es la escuela sino el reflejo de la vida como un todo, no solo de lo que pasa entre sus paredes.

Reivindicar hoy el espacio-aula como el lugar más relevante de la escuela por encima del valor de los recursos digitales, se parece mucho a una confesión de incertidumbre. La escuela, los adultos que la habitan, se exigen cerrarse sobre si mismos y proteger ese territorio que temen perder. Pero años después la realidad nos demuestra que aquella resistencia fue vencida y el mundo digital se metió con toda su prepotencia en la escuela.

Aquella incertidumbre convirtió a sus referentes adultos, en tal vez demasiados casos, en espectadores absortos que solo atinan a criticar aquello que los confunde: la nueva realidad de chicos hiperconectados que reclaman nuevas maneras de organizarse, de aprender, de cuestionarse, de actuar y aún de ser.

Y qué decir de lo vivido durante la pandemia de 2020/21, con docentes casi quemados por la sobreexigencia, familias confundidas y asustadas pero igualmente demandantes, y escuelas expuestas en contextos tan disímiles que hicieron improbable un aprendizaje igualitario.

Haciendo un intento por analizarlo,  decíamos que existió, «por un lado el solucionismo, como lo llama Evgeny Morozov, esto es, pensar que todo se soluciona a partir de un sistema informático, que la solución a todas las cosas mágicamente sucede porque hay un algoritmo trabajando. Es una fantasía, porque en realidad técnicamente puede funcionar, pero hay toda una cuestión social detrás de eso que, si no se contempla, termina frustrando a todo el mundo. Y por otro, el «imposicionismo». El investigador Fernando Trujillo decía por aquellos días en Twitter, “¿no hubiera sido hermoso que, en lugar de lanzarnos a una docencia online inmediata, improvisada, nos hubieran dado las instrucciones para trabajar?” . 

Pero no, en la mayoría de los casos fue pura imposición, «hay que hacerlo y ya».

Nuevos riesgos, nuevos desafíos

Ahora, a los riesgos y dificultades que se presentan por no haber desactivado esta bomba a tiempo, se suma la ludopatía en los niños y adolescentes, un problema que se acrecienta y afirma a partir de la facilidad de acceso a los sitios de apuestas y la influencia de personajes nefastos a los que los jóvenes tienen acceso por su presencia en las redes sociales.

Suena a paternalismo advertir, «se los dijimos», pero lo cierto es que diferentes actores y entidades venimos enfatizando desde hace años sobre la necesidad de trabajar estos contenidos desde espacios específicos en todos los niveles académicos, a fin de abordar no solo la problemática técnico-cientifica de la materia, sino y fundamentalmente, las cuestiones sociales que son, en definitiva, la principal causa de las trabas que aparecen al pretender hacer un uso práctico, funcional y concreto de los medios que nos provee la tecnología. 

Ya se perdió mucho tiempo en debates superficiales y el mal manejo político del problema. Es tiempo de hacer. No perdamos esta nueva oportunidad.


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Cómo evitar el hackeo de tu teléfono

Cada tanto volvemos a recordar y actualizar ciertas advertencias y sugerir algunas claves útiles, a fin de lograr la protección de nuestra privacidad en el uso de los dispositivos digitales que usamos habitualmente.

En esta ocasión, presentamos un video desarrollado por Platzi, escuela de tecnología. Vale la pena echarle un vistazo y seguir las útiles recomendaciones que propone.

Más información en: «Contraseñas más fáciles de hackear en celulares y cuentas»

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El problema del “slop” en inteligencia artificial

El “slop” es un tipo de spam pero hecho por inteligencia artificial (IA). Se genera mucho contenido no deseado de forma automática sin que nadie lo supervise. Simon Willison, un desarrollador, inventó la palabra “slop” para hablar de la cantidad enorme de contenido inútil creado por IA en Internet. Este riesgo se ve en los modelos AI y su aplicación en el procesamiento del lenguaje. El peligro es que se generan contenidos de baja calidad en grandes cantidades sin la guía o la revisión humana necesaria.

Este mal contenido tiene solo un propósito: ganar dinero a través de la publicidad en sitios web y redes. Estos materiales hacen que internet esté lleno de información que no aporta nada. Además, pueden dañar la clasificación de sitios en las búsquedas y facilitar la desinformación y la manipulación, porque básicamente busca ganar dinero atrayendo visitas y aumentando seguidores en redes. De este modo se convierte en un riesgo para la verdad y la manipulación.

El “slop” y el spam se parecen

Ambos crean contenido para ganar dinero o promocionar productos, pero sin importar si a la gente le gusta. La gran diferiencia entre ambos es que la IA crea “slop” más rápido y en más cantidad. Se trata de una nueva forma de llenar el internet con contenido sin sentido. Esto incluye textos, imágenes y videos, y a menudo se trata de contenido irrelevante o incluso dañino. Por ejemplo, se podrían encontrar malas recomendaciones de viajes o memes incorrectos en redes sociales. Los sistemas de IA no entienden el contexto o no muestran empatía. Por eso, el contenido muchas veces no tiene valor para las personas. Para peor, tiene una tasa de entrega exitosa del 80% en correos donde el spam normal no pasa.

Los algoritmos de IA detrás del “slop” son muy avanzados. Pueden ser precisos hasta en un 95%, pero los usuarios solo lo detectan como spam el 30% de las veces. Esto se debe a lo ingenioso y dinámico que es este tipo de contenido.

En conclusión, el “slop” impacta negativamente la calidad de la web. Esto no solo afecta lo que vemos, sino también nuestra percepción de la red. Puede ser malo a largo plazo para empresas y sitios web. Menos credibilidad y una mala reputación son algunas de las consecuencias, un gran riesgo que contribuye a la desinformación.

Es clave concientizar sobre el contenido de “slop”

Siendo que el «slop» es información hecha por IA sin control humano, requiere algunas soluciones inmediatas. Una de ellas, etiquetar claramente lo que produzca la IA, así la gente sabrá qué contenido es de “slop” y evitarlo si así lo desea.

Pero los usuarios también pueden ser activos en luchar contra el “slop”. Deben aprender a ver contenido creado por IA y a ser críticos. Esto les ayudará a hacer elecciones mejores mientras navegan en internet. Es vital aprender a reconocerlo, detectando el contenido de baja calidad o sin contexto. Al saber identificarlo, los usuarios pueden consumir con más cuidado, evitando la sobrecarga de datos no útiles.

Otras acciones necesarias: promover el consumo de contenido de calidad, producido por fuentes confiables y con un enfoque editorial sólido, y denunciar y reportar el contenido sospechoso de ser “slop” a las plataformas y autoridades correspondientes. Trabajando juntos, empresas, reguladores y usuarios, podemos controlar el impacto de la inteligencia artificial para el bien de todos.


Fuente (Texto e imagen): Blog Donweb
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Los cuadernos de laboratorio de Leloir

Se da el nombre de “Cuadernos de Laboratorio” a una serie de documentos presentados generalmente en forma de blocks de notas, en el que los científicos documentan en forma detallada los procedimientos y resultados de los experimentos llevados a cabo en el laboratorio. Son fuentes primarias de investigación para el registro de hipótesis, experimentos, datos, cálculos, análisis e interpretación.

Fiel a su rigurosa disciplina Luis Federico Leloir, médico, bioquímico y farmacéutico argentino que recibió el Premio Nobel de Química en 1970, utilizaba sus cuadernos de laboratorio para realizar un seguimiento pormenorizado de sus investigaciones. En ellos volcaba diariamente información detallada sobre los procedimientos, tareas, datos y secuencias que realizaba en su laboratorio, los cuales hoy, son el testimonio de los experimentos que dieron lugar a lo que se conoce en el mundo de la ciencia y bioquímica como “El Camino de Leloir”.

También, este registro refiere a la subjetividad de Leloir y su agudo sentido del humor. Los dibujos y caricaturas plasmadas en estos cuadernos permiten advertir los estados de ánimo en que se sumergía en el día a día como resultado de sus investigaciones.

En el apartado «Notables de la Ciencia» del sitio del CONICET se encuentran publicadas las reproducciones de los cuadernos de laboratorio originales, que guardan un valor histórico y científico incalculable. Están organizados en 15 volúmenes elaborados durante el período 1948 a 1979, con un total de 2.495 páginas.

Se accede a las reproducciones, ordenadas por volumenes y fechas, haciendo clic AQUÍ.


Fuente: Notables de Ciencia – CONICET
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Lecciones a aprender de la digitalización en las escuelas españolas


En el siguiente artículo del diario español La Razón, docentes, familias y expertos se plantean cómo afrontar el delicado debate de incorporación de las pantallas en las escuelas.


El primer trimestre del año toca su fin y, con él, comienzan las campañas de promoción en los centros formativos con el objetivo de cubrir las plazas vacantes y llegar al número de alumnos necesario para arrancar y planificar el próximo curso académico.

La presencia de pantallas en las aulas y en el proceso educativo es uno de los grandes puntos de interés y, además juega un papel importante en el proyecto de muchos centros educativos. Tras varios años de implantación, después de mucho esfuerzo e inversión, en los últimos meses el debate ha vuelto al origen. Padres, expertos en educación y profesores se preguntan si suponen un avance, si son un recurso más o si, por el contrario, representan un lastre para los alumnos.

La presencia de pantallas en las aulas no es algo nuevo. Desde la implantación de las primeras pizarras digitales en los primeros años de este siglo XXI y pasando por los proyectores, el proceso de digitalización de los centros educativos ha ido dando pasos adelante. El debate está servido.

Despejarlo no es el objetivo de este reportaje, si bien todo parece apuntar a que la digitalización ha venido para quedarse, pero depende de los protagonistas (centros educativos, profesores y padres) saber utilizar este recurso que, aunque tiene muy buenas aplicaciones para la docencia (organización, comunicación, etc.), aún está por probar científicamente su aportación a la educación y formación de los alumnos. Prueba de ello es que países como Suecia han paralizado los planes de digitalización para revisarlos a fondo. La solución a esta ecuación no la conoceremos a corto plazo, y todo parece indicar que habrá que esperar pacientemente para ver cómo evoluciona la cuestión.

Para conocer el momento en que nos encontramos en cuanto a la digitalización se ha consultado a diferentes actores del proceso educativo. LA RAZÓN ha hablado con expertos, asociaciones de padres y colectivos de profesores para analizar la cuestión. Catherine L’Ecuyer, doctora en Educación y Psicología, Begoña Ladrón de Guevara, presidenta de la Confederación de Padres de Alumnos (COFAPA), y Juan Torija, secretario general de la Federación de Enseñanza de USO de Madrid (FEUSO) (*), ofrecen una mirada desde sus respectivos puntos de vista del proceso formativo, en lo relacionado a la digitalización en la educación.

La posibilidad de dar y/o recibir clase a través de tabletas no debe ser una imposición. En ningún caso, al menos, se debe imponer por encima del método, digamos, tradicional. Si un colegio apuesta por las tabletas, parece lógico dar la opción de mantener los libros en formato físico para las familias que así lo deseen. Esto lo exige un gran número de padres y profesores, pues es parte de la libertad de elección de centro escolar presente en varias comunidades autónomas y, también, alude a la libertad de cátedra, en el caso de los profesores y docentes.

Entonces, ¿dónde está el debate? Juan Torija explica cómo los colegios, de un tiempo a esta parte, se afanan en encontrar alicientes atractivos para que nuevas familias decidan matricular a sus hijos en el centro. «Tener que competir con el colegio de al lado para llenar aulas no había ocurrido nunca, pero la crisis de natalidad que vivimos actualmente ha puesto en riesgo a muchos colegios, que han visto en la digitalización un potente reclamo. En muchos casos, se pone por delante (erróneamente) la viabilidad de una empresa antes que la coherencia con el proyecto educativo del centro».

Los colegios han querido adaptar la docencia a través de pantallas valiéndose de soportes (las tabletas) que no están concebidos para que los niños reciban clase con ellos. L’Ecuyer opina que se les da carta blanca a las empresas tecnológicas para entrar en las aulas: «Pedir a las tecnológicas que proporcionen una herramienta educativa es como pedir a una cadena de comida rápida que haga el menú de los comedores escolares».

En cuanto al profesorado, es innegable que la tecnología ayuda de manera importante al trabajo de los adultos, pero también tiene su lado menos agradable. Juan Torija comenta el nivel de extremo cansancio al que están sometidos los docentes, pues «por su fuerte componente vocacional, es muy difícil para los profesores dejar de contestar un correo electrónico, corregir exámenes o trabajos o actualizar las notas en el sistema a horas intempestivas», completamente fuera del horario laboral.

Importancia del modelo tradicional

Begoña Ladrón de Guevara defiende la presencia de dispositivos digitales en las aulas como un recurso más dentro de todas las posibilidades que existen para hacer más eficaz el proceso educativo y formativo de los alumnos. «De ninguna manera puede sustituir a la escritura o a la lectura en libros físicos», apunta la presidenta de COFAPA. L’Ecuyer defiende desde hace una década la importancia de retrasar el contacto de los niños con las pantallas lo máximo posible. «La mente aún inmadura del niño se vuelve pasiva y dependiente ante la pantalla», explica. En este caso, «sí que existen evidencias científicas que prueban los efectos en la memoria y la forma de aprender de los alumnos, y son ellos mismos los que dilucidan, llegados a cierto nivel de madurez (segundo ciclo de ESO o Bachillerato), si estudiar con una tablet es bueno o no para ellos», comenta Torija a este respecto.

Como conclusión, la falta de evidencias científicas del valor aportado por la tecnología a la educación es un gran hándicap, que debe ser oportunamente valorado por los centros antes de decidir (mejor si es en consonancia con los padres y profesores) si apostar por esta opción.

En opinión de Begoña Ladrón de Guevara, es obligación de las familias conocer el proyecto educativo del colegio y, si se llega a diferir en algún punto del mismo, confiar en los cauces de comunicación habituales para contactar con el centro. «Solo así, caminando colegios y familias juntos», comenta, «se puede llegar a un entendimiento beneficioso, para los alumnos (sobre todo)», verdaderos protagonistas del entorno y el proceso formativo y educativo.

Por ello, no se puede tomar a la tecnología como algo absoluto y excluyente. «Es incongruente hablar de libertad educativa y, después, imponer las tabletas sin ofrecer una alternativa analógica a los padres», explica Catherine L’Ecuyer.


(*) USO: Unión Sidical Obrera, el tercer sindicato en representación a nivel estatal en España.
Fuente: LaRazon.es
Imágen: EbTouch

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Facebook cumple 20 años y la falta de alfabetización digital, también

Si hablamos de la falta de alfabetización en cuestiones de seguridad y de utilización productiva y aún ética de internet, me dirá usted seguramente, lector, que el consumo desaforado, proliferación de contenidos inconvenientes y hasta ofensivos, el sensacionalismo, la estafa, las noticias falsas y otras desgracias humanas existen desde siempre. Pero es innegable que en estos tiempos se han exacerbado estas conductas hasta límites que no hubieramos imaginado en otras épocas.

Igualmente innegable es el asedio a la privacidad que se inició hace 20 años, el 4 febrero de 2004, con el nacimiento de Facebook, que inaugura la etapa de las redes sociales omnipresentes.

Algunos especialistas llaman a esto la «segunda revolución de internet», evento que se emparenta y se ve potenciado con la aparición del iPhone en junio de 2007. Se inicia así la era de los “comerciantes de la atención”, al decir de Tim Wu.

Es un hecho probado que herramientas como estas aumentaron la rapidez de las comunicaciones, facilitando la difusión y la participación en tiempo real, pero pocos se dan a la tarea de hacer las veces de editores, es decir, aquellos que verifican la veracidad, precisión y calidad de la información que circula.

En esta suerte de plaza pública que habitamos en modo digital necesitamos de normas de etiqueta, esto es, aprender códigos que prevengan la discordia, los insultos, la hostilidad y el enojo. La alfabetización que nos debemos es casi una revolución: decidirnos a ser amables. 

Desconectarse ya no parece posible. Todo en lo cotidiano gira en torno a una red o a una plataforma. Pero el reciente impacto de los chat de inteligencia artificial y los debates que se generan a partir de su masificación parecen demostrar que hay otro debate pendiente: qué es necesario, y qué es superficial y debe evitarse en la interacción con estos sistemas. Usamos internet para el trabajo pero no establecemos cuanto y cuantas horas; nos entretenemos con las platafomas de contenido pero somos capaces de sumergirnos toda una tarde en una serie policial; acumulamos en las redes contactos que nunca vamos a conocer personalmente, sin conocer sus intenciones. Y así en más.

En esta celebración de los 20 años de Facebook y de nuestra experiencia en las redes sociales -hubo otras antes, pero nunca con la trascendencia de esta-, si hay algo para celebrar, que sea nuestra decisión de renovar la atención, el cuidado al detalle, la capacidad de análisis y de uso criterioso de estas herramientas, construyendo una identidad digital de provecho para nosotros y para aquellos con quienes entramos en contacto en nuestras actividades en red.


 

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