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De cucharitas y remedios

Hay un chiste bastante viejo que dice así:

Va el hombre al médico y le dice: «Doctor, cada vez que tomo café me duele el ojo». A lo que el profesional le responde: «¿Y no probó con sacar la cucharita?»

El chiste me recuerda a los que reconocen claramente el síntoma pero no pueden ver la causa, aunque la tengan metida en su propio ojo, por así decir.

Las plenarias docentes tienen mucho de esto porque los docentes tenemos mucho de esto. Las charlas, cursos, foros, etc. etc. hacen sesudos análisis de los síntomas pero muy poco análisis de las causas, y mucho menos, proponen un remedio.

Yo suelo saber que es lo que me duele. «Me duele acá», es generalmente mi reconocimiento de los síntomas, porque no sé mucho de medicina. Por eso voy al médico, que me dice que eso que me duele tiene un nombre, o me hace unos análisis para ver si tengo que dejar la sal o tomar un jarabe para que no me duela más.

En nuestra educación los docentes sabemos bastante bien qué nos duele (¡y vaya que duele!), y nuestros «médicos» tienen muchas recetas ya escritas de antemano. Sin diagnóstico ni análisis, buscan entre las recetas para ver cual se acerca más o menos a la cosa que nos duele, o peor, nos dan la receta que funcionó antes, a ver que pasa.

No estoy proponiendo aquí que nos convirtamos en «doctores». Sólo estoy pensando en voz alta sobre nuestra costumbre de mirar en nuestra propia práctica aquello que nos duele, sin ver todo el panorama y esperando que alguien, otro, nos de la receta que pueda resolver todos los males de la educación argentina.

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