Es necesario evaluar las situaciones con calma y sin juicios express. Trabajar padres y docentes juntos, sin culpabilizar a nadie y buscando los espacios comunes de intercambio sin hacer de las situaciones de bullying un “pasacalles” para toda la comunidad. La confidencialidad es fundamental para abordar eficazmente el bullying. Hay que escuchar y creerle a quien logra hablar. Luego, buscar información entre todos los implicados. Quien agrede debe recibir claramente el mensaje de que eso debe terminar. Debe cesar inmediatamente el hostigamiento y comprometerse a un cambio. Las sanciones deben ser reparatorias, educativas y no humillantes. Si humillamos, devolvemos aquello que queremos modificar. No podemos enseñar a no humillar humillando. (…) En el bullying, el silencio es el mejor cómplice de quien hostiga. Cuando nadie habla, el hostigador crece, aumenta su poder. Entonces se puede pegar, humillar porque “nadie dice nada”. Al no decir nada, aumenta la amenaza de que si se habla se será el próximo elegido.
[María Zysman, Licenciada en psicopedagogía. Dirige el equipo “Libres de Bullying”. Es autora del libro “Cómo prevenir e intervenir en situaciones de acoso escolar” (Paidós, 2014)]