Los adolescentes, sean de la clase o de la familia que sean, no son independientes del denso entramado de instituciones y discursos que los apelan e intentan seducirlos: además de la ya mencionada escuela -que no está presente en la totalidad de los casos-, los medios masivos de comunicación, la multiimplantada publicidad comercial, el mercado de bienes de consumo masivo con sus largos e incansables tentáculos o las industrias culturales que se ofrecen en sus variados productos, son los canales de una alusión insistente y constante. Estas agencias, a través de la persecución de sus intereses –en principio, comunicar, acaparar la atención y vender- sedimentan discursos, diseminan imágenes y estéticas, difundiendo prescripciones explícitas e implícitas que contribuyen a configurar imaginarios y representaciones sociales. De este modo, se define un nuevo material que luego se elabora íntimamente en el relato de la autoidentificación. (…) En esas figuras diversamente apropiadas los adolescentes reestañan imaginariamente pérdidas y duelos recibiendo los materiales para una identificación interpretante y activa con la que, en distintos grados, rehacen un lugar de certidumbre relativa en medio de la dislocación momentánea por la que transitan.
Marcelo Urresti, Adolescentes, consumos culturales y usos de la ciudad, vía @silvinacarraud
mercado
¿Cuánto vale Yahoo ahora?
Ahora vale en bolsa solo la cuarta parte de lo que ofreció Microsoft en 2008.
(Publicado ayer en rtve.es, mientras analizaban el despido vía telefónica de Carol Bartz)
La flecha dorada del consumo
Ver la conexión entre los problemas ambientales y sociales requiere una mirada global, ampliada, completa. La discusión es estéril cuando se limita a un problema particular, porque las raíces del deterioro del planeta se entrelazan y ramifican en una cantidad de problemas ambientales, económicos, sociales y políticos que deben ser apreciados en su conjunto. Las miradas sesgadas, insisto, conducen a discusiones estériles.
El documental «La historia de las cosas» hace ese recorrido necesario, el de develar lo oculto y relacionarlo para que entendamos cuál es el verdadero problema: «las cosas cambiarán cuando podamos ver las conexiones», y coincidimos con eso.
Gracias a Daniel Krichman, por publicar el video y por el apasionante análisis que hace de la cuestión en su red Aprender y Cambiar.
La tecnología… da para todo
Dos noticias en el diario del fin de semana:
– Una empresa española ofrece una de las últimas novedades en materia funeraria: el «último mail». Se trata de un postrero y definitivo correo electrónico. Quien quiera que ese correo sea enviado debe pagar mensualidades hasta el día de su muerte, y la empresa se ocupará de enviar el mensaje a las direcciones que el recién fallecido entregó en vida.
– En Japón se lanzó al mercado un teléfono que posee una cámara de visión nocturna, gracias a un filtro que, según dice la empresa, permite además ver a través de la ropa de la gente.
Se supone que son noticias serias, publicadas en un medio serio…
Como diría un publicitario amigo, en materia de productos los estúpidos no son los que hacen u ofrecen cosas estúpidas, sino los que las compran. Esa parece ser una nueva «Ley de Murphy», que desde siempre ha impregnado al bendito mercado; la tecnología no parece ser la excepción.