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Con regalos así… gracias, Skype, pero paso

Me llega un email de Skype, con una leyenda que promete un regalo: Llama gratis por 30 días.

Y amplía:

¿Sabías que con Skype además de hacer llamadas entre usuarios de Skype puedes llamar a teléfonos fijos y móviles? Para darte la oportunidad de probarlas, te regalamos un mes de llamadas gratis¹.

Y más adelante agrega, entre todos los beneficios que implica aceptar el regalo, que:

No tienes que suscribirte al plan después de la prueba gratuita¹.

Mmmm… ese numerito ahí, otra vez. Para un desconfiado por naturaleza como yo, fue suficiente alerta y me fui directo a buscar la referencia. Y claro, seré ingenuo, pero todavía hay cosas que me asombran:

¹ La prueba debe canjearse antes del 31 de octubre de 2011. Para acceder a la oferta, debes proporcionar detalles válidos de pago. Después del primer mes, el plan continuará automáticamente y los cobros se te harán mensualmente, a menos que lo canceles dentro de los 27 días posteriores a la fecha de inicio de la prueba [el énfasis es mío].

Bueno, si hay gente que vendió su alma por no leer la letra pequeña, puede fácilmente haber personas que se enganchen con el regalito y terminen en un enredo de formularios, mails, quejas e insultos por haber sido arrastrados a engorrosos trámites de baja del servicio. Después de ver el resumen de la tarjeta, claro.

Por supuesto que también es muy probable que haya gente que hace la gestión con gusto porque necesita el servicio. Pero, ¿no da un poco de bronca que se sigan usando estas viejas estrategias de ventas, poco claras y reñidas con el respeto que el cliente merece?

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Viviendo según la bandeja de entrada

Recibí este correo, muy gracioso por cierto, de un amigo que me lo envió.

El pobre sufriente que escribe está empecinado en vivir su vida de acuerdo a los consejos que recibe por mail, y nos relata su experiencia de este modo:

Dicen que todos los días hay que comer una manzana x el hierro y una banana por el potasio. Y también una naranja para la vitamina C. Y una taza de té verde sin azúcar para prevenir la diabetes. Todos los días hay que tomarse dos litros de agua (sí, y mearlos, que lleva como el doble del tiempo que llevó tomárselos).

Todos los días hay que tomarse un Actimel o un Yakult para tener ‘L.Cassei Defensis’ que nadie sabe qué carajo es, pero parece que si no te mandás un millón y medio todos los días, entrás a ver a la gente como borrosa. Cada día una aspirina para prevenir los infartos. Y un vaso de vino tinto para lo mismo. Y otro de blanco para el sistema nervioso. Y uno de cerveza que ya no me acuerdo para qué era. Si te lo tomás todo junto, por más que te dé un derrame ahí mismo, probablemente ni te enteres.

Todos los días hay que comer fibra. Mucha, muchísima fibra, hasta que logres cagar un pulóver.

Hay que hacer entre cuatro y seis comidas diarias, livianas, sin olvidarte de masticar cien veces cada bocado. Haciendo el cálculo, sólo en comer se te van cinco horitas. Ah, después de cada comida hay que lavarse los dientes, o sea: después del Actimel los dientes, después de la manzana los dientes, después de la banana los dientes… y así mientras tengas dientes. Y pasarte hilo dental, masajeador de encías, buche con Plax… Mejor ampliá el baño y meté el equipo de música, porque entre el agua, la fibra y los dientes, te vas a pasar varias horas por día ahí adentro.

Hay que dormir ocho horas y trabajar otras ocho, más las cinco que empleamos en comer, veintiuno. Te quedan tres, siempre que no te agarre algún piquete. Según las estadísticas, vemos tres horas diarias de televisión. Bueno, ya no podés: todos los días hay que caminar por lo menos media hora (dato, por experiencia: a los 15 minutos andá volviendo, si no la media hora se te hace una). Y hay que cuidar las amistades porque son como una planta: hay que regarlas a diario. Y cuando te vas de vacaciones también, supongo. Además, hay que estar bien informado, así que hay que leer por lo menos dos diarios, para contrastar la información. Ah!, hay que tener sexo todos los días, pero sin caer en la rutina: hay que ser innovador, creativo, renovar la seducción. Eso lleva su tiempo. ¡Y ni qué hablar si es sexo tántrico!! (Al respecto te recuerdo: después de cada comida hay que cepillarse los dientes!).

También hay que hacerse tiempo para barrer, lavar la ropa, los platos, y no te digo si tenés perro o mascota… hijos?!

En fin: a mí la cuenta me da unas 29 horas diarias.

La única posibilidad que se me ocurre es hacer varias de estas cosas a la vez. Por ejemplo: te duchás con agua fría y con la boca abierta, así mientras tomás agua, salís del baño con el cepillo de dientes en la boca y le vas haciendo el amor (tántrico) a tu pareja, que de paso mira la TV y te cuenta, mientras barrés con una escoba en una mano. ¿Te quedó una mano libre? Llamá a tus amigos. ¡Y a tus padres!! Tomate el vino (después de llamar a tus padres te va a hacer falta). El BioPuritas con la manzana te lo puede dar tu pareja mientras se come la banana con el Actimel, y mañana cambian. Y menos mal que ya crecimos, porque si no nos tendríamos que clavar un Danonino Extra Calcio todos los días. ¡Uuuuf!

Si te quedan 5 minutos, reenviale esto a algún amigo mientras disfrutás de una cucharadita deTotal Magnesiano, que hace de bien… Y ahora te dejo porque entre el yogurth Activia, el medio pomelo, la cerveza, el primer litro de agua y la tercer comida con fibra del día, ya no sé QUÉ es lo que me estoy haciendo pero necesito un baño urgente. Ah, ya que está aprovecho y me llevo el cepillo de dientes….

Si ya te envié este mail con anterioridad, es el Alzheimer que a pesar de tanto cuidado no lo puedo combatir.

Y claro, no es sencillo. Mucha suerte para los que quieran intentarlo, ¿eh?

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Paradojas y obsesiones

El suplemento de Informática de Clarín publica una nota sobre la «Correo-dependencia», que puede ser leída también en nuestro sitio, en la sección «Alerta navegantes».

En la nota se hace una crónica sobre una variación posmoderna de un mal antiguo: la obsesión.

Seguramente muchos enviarán por correo esa nota a sus allegados, sospechados estos de sufrir tan malvado sindrome. Débiles como son -no como uno- ellos sucumben a la tentación de revisar el correo tres mil veces por día.

Dicen los que saben, incluso, que se descubrió que el e-mail es un importante catalizador del estrés laboral. Es decir, uno se obsesiona con el correo para sólo recibir spam, pero haciendo feliz a un jefe aun más obsesivo e hincha pelotas que uno.

Por supuesto hay una cantidad de profesionales, tanto de la salud como de distintas ramas de la tecnología, que están abordando este problema en forma seria, intentando traer una solución. En definitiva, se repite la vieja y noble causa por ayudar a las personas a liberarse de las adicciones.

Ahora bien: mucha de esa ayuda se brinda a traves de Internet. Hay foros, sitios de consultas, test on line de detección del problema, consultorios, etc. Y aquí es donde nos entra la duda.

¿No es paradójico que el mismo instrumento y objeto de la obsesión sea el medio para intentar resolverla?

A veces pienso que proponer ayudar a los adictos a internet con internet es como organizar las reuniones de Alcoholicos Anónimos en un bar, o prevenir los suicidios organizando reuniones en una cornisa.

Es, al menos, raro. Quizás uno diga esto desde la ignorancia, porque no se es más que un intuitivo, sólo leído, en estos asuntos. Pido perdón a los profesionales por esto.

Si alguien tiene una respuesta al respecto, le estaré muy agradecido por ayudarme a entenderlo… antes que se convierta en una obsesión.

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La tecnología… da para todo

Dos noticias en el diario del fin de semana:

– Una empresa española ofrece una de las últimas novedades en materia funeraria: el «último mail». Se trata de un postrero y definitivo correo electrónico. Quien quiera que ese correo sea enviado debe pagar mensualidades hasta el día de su muerte, y la empresa se ocupará de enviar el mensaje a las direcciones que el recién fallecido entregó en vida.

– En Japón se lanzó al mercado un teléfono que posee una cámara de visión nocturna, gracias a un filtro que, según dice la empresa, permite además ver a través de la ropa de la gente.

Se supone que son noticias serias, publicadas en un medio serio…

Como diría un publicitario amigo, en materia de productos los estúpidos no son los que hacen u ofrecen cosas estúpidas, sino los que las compran. Esa parece ser una nueva «Ley de Murphy», que desde siempre ha impregnado al bendito mercado; la tecnología no parece ser la excepción.

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