Conocí a Boris Mir gracias a que creó, junto a Alejandro Tortolini, el grupo «ÑBlog» en EduBlogger. Este profesor del IES Arraona, de Sabadell, Barcelona, es autor del blog La Mirada Pedagógica, un espacio personal de opinión y reflexión sobre enseñar y aprender, como el mismo lo define.
Recientemente escribió allí un post titulado «Las TIC deben cambiar el reloj por la brújula», en el que analiza la problemática de la incorporación de las TIC en la educación. Selecciono algunos párrafos, al tiempo que recomiendo la lectura completa de su análisis como una mirada necesaria para no perder de vista lo central del asunto:
Hay muchos intereses cruzados en el tema TIC, algunos legítimos y otros no tanto. A veces las mejores intenciones alentan un entusiasmo digno de encomio, pero todavía hay demasiado discurso apologético y poca legitimación basada en resultados generalizables. Los únicos profesores que han convertido las TIC en valor para sus alumnos son aquellos que tenían elevados horizontes educativos, aquellos que ya tenían aspiraciones pedagógicas ricas y diferentes y para los cuales la incorporación de hardware o software ha dado alas a sus proyectos. La verdad, no creo que las TIC hagan, de profesores mediocres, mejores profesores.
Seguramente deberíamos dedicar todo este esfuerzo a repensar cómo trabajamos con nuestros alumnos en clase, qué les proponemos para que aprendan y qué estimulantes proyectos llevamos a cabo –con o sin la TIC…- para que aprendan más y mejor. Es más, ocuparnos de las TIC nos distrae de replantearnos a fondo la educación, que es una tarea mucho más sustancial. Por favor, no dilapidemos los escasos presupuestos educativos en adquirir “un ordenador por alumno”, dediquémoslos a crear espacios de reflexión y aprendizaje para que los profesores (y alumnos…) transformen de forma radical sus concepciones sobre la enseñanza y sus métodos de trabajo. Es muy probable que las TIC nos ayuden a ello y por lo tanto deben formar parte permanente de nuestra agenda y de nuestro discurso, pero creo que debemos resituarlas.
Repensar la escuela es mucho más urgente y necesario que incrementar el parque TIC. Y para repensar la escuela, deberíamos también repensar la incorporación eficiente de software y de hardware.
Decíamos aquí mismo en alguna oportunidad que «la tecnología en la escuela siempre cambió cuando se ‘llenó’ de contenido -nuevas teorías, nuevos usos, nuevas disciplinas, nuevas necesidades. Ahora parece no hacer falta el contenido: con que esté de moda basta. Cuando hablan los tecnólogos, ‘mercadólogos’, economistas, gurúes y otras especies dentro de la fauna de opinólogos- la escuela siempre está errada». Y también pedíamos en aquella ocasión que «no nos equivoquemos: la escuela va a incorporar todas estas tecnologías nuevas cuando pueda -podamos- ‘llenarlas’ de contenidos en función de mejorar los aprendizajes, razón última de ser de la escuela».
Adhiero a la idea de que las TIC no hacen a un buen profesor. Si basamos nuestro desempeño en la cantidad y calidad de recursos tecnológicos disponibles, sin la convicción de que la educación debe promover la distribución igualitaria y democrática del acceso al conocimiento, nuestra práctica se habrá vaciado de sentido.