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Tecnología movil y escuela: una nueva oportunidad perdida, y van…

Argentina, tierra de (perder) oportunidades, está a las puertas de perder una más, y una vez más en el campo de la educación y las nuevas tecnologías.

La realidad es que nuestros chicos incorporaron hace ya tiempo la tecnología digital movil a lo cotidiano, entonces estamos lidiando en parte con la dificultad de los chicos pero mucho más con la dificultad del adulto en generar nuevos modelos que produzcan un cambio real en  la educaciónLa llegada del ChatGPT y las tecnologías de inteligencia artificial al aula es otro caso: interpela, no tanto a los chicos sino a nosotros y nuestras prácticas.

Ya en marzo de 2006 veníamos advirtiendo que «hay cuestiones que la escuela no puede -y a veces no sé si quiere- manejar, porque la resistencia a las nuevas tecnologías fue históricamente casi un paradigma. ¿Cuanto tiempo tardó en aceptar el boligrafo? ¿Cuanto se está tardando en construir espacios que acomoden a todos, aun a los de diferentes capacidades? ¿Cuanto tiempo se va a tomar discutiendo sobre los celulares? «

Por si no lo recuerda, estimado lector, estamos hablando de móviles como estos:

Vale destacar que aquel debate, aunque incipiente, ya se estaba anticipando a lo que vendría: muchos expertos anunciaban (y alertaban) sobre lo que sería posible con esa tecnología, que aunque aun en pañales ya se vislumbraba como la revolución móvil que finalmente fue. 

Al año siguiente, 2007, participé en una mesa-debate televisiva junto a especialistas de diferentes disciplinas, acerca de los celulares y la dependencia tecnológica. Allí también se anticiparon muchos de los logros y dificultades que vendrían con estas tecnologías incipientes. Por cierto, la dependencia hacia esos aparatos que ya se anticipaba en aquel debate, se cumplió y con creces.

Anticipando el futuro

En ese mismo año, la publicación económica MateriaBiz publicaba un extenso artículo sobre «el celular del futuro», en el que todo lo que se anticipaba sobre el futuro del movil se ha hecho realidad hoy.

Tiempo después analízábamos el problema de la incorporación de las nuevas tecnologías desde otro ángulo, el de los significantes, hablando sobre la importancia de los contenidos más que de las modas:

«El libro, el pizarrón, la tiza, el banco, el aula, el taller, la escuela (…)  estas eran algunas de las tecnologías que usabamos en mi época de escolar. Muchas de ellas cambiaron radicalmente en función de un cambio de teoría: a modo de ejemplo, el banco fijo en hilera del conductismo dió paso al más constructivista pupitre libre con silla, en franca evidencia de que la escuela -a diferencia de lo que afirman algunos iluminados– sí sabe que hacer con las tecnologías, aunque a veces se sobresalte y no reaccione de inmediato, porque entiende que ellas acompañan formas y modos de educar, y también ideologías, según sean aceptadas y utilizadas o desechadas (…) El problema de la incorporación de los cambios tecnológicos en la escuela, y de las nuevas tecnologías en particular, parece ser que también se espera que cambie la forma en que suele cambiar, valga el juego de palabras. La tecnología en la escuela siempre cambió cuando se «llenó» de contenido -nuevas teorías, nuevos usos, nuevas disciplinas, nuevas necesidades. Ahora parece no hacer falta el contenido: con que esté de moda basta. Cuando hablan los tecnólogos, «mercadólogos», economistas, gurúes y otras especies dentro de la fauna de opinólogos– la escuela siempre está errada. Pero no nos equivoquemos: la escuela va a incorporar todas estas tecnologías nuevas cuando pueda -podamos- ‘llenarlas’ de contenidos en función de mejorar los aprendizajes, razón última de ser de la escuela.»

Todo esto sucedía, vale aclarar, en el contexto de la prohibición del celular en las aulas por parte del poder legislativo santafesino en el año 2006. Aparentemente esto no hizo mella en el municipio rosarino, dado que en 2009 llevó a cabo su Campamento Digital usando celulares. Contradicción pura, y en el medio los docentes, los chicos y la escuela.

¿Qué podía salir mal? Por desgracia, casi todo.

Los riesgos que ya se avizoraban

Sigamos. En el año 2010, un estudio del Ministerio de Educación alertaba sobre que el 95% de los chicos no creía en los riesgos de Internet, mientras que el 75% de ellos sostenía que todo lo que se dice en la red es cierto. Cómo una respuesta a esta problemática, el programa Escuela y Medios del Ministerio de Educación publicó en Internet una guía titulada «Los adolescentes y las redes sociales», un trabajo en el que se brindaba un panorama de los riesgos de la Web y consejos para saber cómo manejarse en Internet manteniendo la seguridad personal. La doctora Roxana Morduchowicz, una de las autoras del trabajo, anticipaba en aquel momento que «de acá a cinco años, los chicos van a acceder más a Internet por el celular que por la computadora. Y como el celular es personal, va a ser más difícil saber para qué lo usan».

Repito: año 2010. Suena familiar, ¿no es cierto?

Volviendo al año 2008, en otra mesa de debate que participamos cuyo eje era la capacitación docente en las nuevas tecnologías, se elaboraron algunas conclusiones y propuestas a la necesidad de dicha capacitación.

Se dijo que, teniendo en cuenta que los chicos sabían usar muy poco y sin un sentido claro como funcionan y para qué sirven esas tecnologías, y que como consecuencia necesitaban entender sobre los beneficios y también sobre los riesgos en su uso, comprendiendo además que hay una gran carga de autonomía y libertad en el uso de estas herramientas, los chicos necesitaban adquirir nuevas competencias, por lo que se requería de docentes formados para proveerlas -en el sentido de aprovisionarlos, de darles lo necesario para el resto del camino.

¿Cuál fue la respuesta? Se quitó la materia Computación de la currícula, de modo tal que a partir de allí ya no hubo espacio ni la consiguiente capacitación de docentes para el área específica. 

El celular, ese enemigo

En 2012 arreció la batalla contra los celulares.  Asunto muy mediatizado, tuve oportunidad de participar en algunos informes elaborados por los medios en los que ya observaba claramente que esta contienda era de muy difícil resolución y se daba principalmente en la escuela. Vaya paradoja, justamente en el ámbito que se les temía hasta el rechazo y la prohibición.

En este rincón, aquellos que se apresuraban a prohibir todo dispositivo digital en la escuela, ludditas involuntarios producto de su propia ignorancia más que de una reflexión sesuda. En el otro rincón, aquellos que veían en las nuevas tecnologías la solución a todos los males de este mundo. Y en el medio los niños dentro de un aula que, por centenaria, todavía dependía -y depende-, de una pizarra, de fotocopias y de la buena voluntad de un docente tan abrumado como todos por la imposición -o carencia- de soluciones tecnológicas.

Pareciera ser, además, que ante la falta de un árbitro -siguiendo con la metáfora boxística- competente, informado y formado en estas cuestiones de la realidad del aula, los medios toman ese lugar y plantean con más o menos buenas intenciones el problema, convirtiéndose así en uno de los pocos lugares públicos para debatir estas cuestiones. Aunque, convengamos, no sería el indicado.

Salir de la incertidumbre

Muchos planteamos en reiteradas ocasiones la necesidad de resolver las contradicciones y de establecer acuerdos en cuanto al uso de las nuevas tecnologías en el aula. La resistencia del sistema ya fue vencida: ya se metieron de prepo en lo cotidiano y, sin dudarlo, en la escuela. Porque claro, que es la escuela sino el reflejo de la vida como un todo, no solo de lo que pasa entre sus paredes.

Reivindicar hoy el espacio-aula como el lugar más relevante de la escuela por encima del valor de los recursos digitales, se parece mucho a una confesión de incertidumbre. La escuela, los adultos que la habitan, se exigen cerrarse sobre si mismos y proteger ese territorio que temen perder. Pero años después la realidad nos demuestra que aquella resistencia fue vencida y el mundo digital se metió con toda su prepotencia en la escuela.

Aquella incertidumbre convirtió a sus referentes adultos, en tal vez demasiados casos, en espectadores absortos que solo atinan a criticar aquello que los confunde: la nueva realidad de chicos hiperconectados que reclaman nuevas maneras de organizarse, de aprender, de cuestionarse, de actuar y aún de ser.

Y qué decir de lo vivido durante la pandemia de 2020/21, con docentes casi quemados por la sobreexigencia, familias confundidas y asustadas pero igualmente demandantes, y escuelas expuestas en contextos tan disimiles que hicieron improbable un aprendizaje igualitario.

Haciendo un intento por analizarlo,  decíamos que existió, «por un lado el solucionismo, como lo llama Evgeny Morozov, esto es, pensar que todo se soluciona a partir de un sistema informático, que la solución a todas las cosas mágicamente sucede porque hay un algoritmo trabajando. Es una fantasía, porque en realidad técnicamente puede funcionar, pero hay toda una cuestión social detrás de eso que, si no se contempla, termina frustrando a todo el mundo. Y por otro, el «imposicionismo». El investigador Fernando Trujillo decía por aquellos días en Twitter, “¿no hubiera sido hermoso que, en lugar de lanzarnos a una docencia online inmediata, improvisada, nos hubieran dado las instrucciones para trabajar?” . 

Pero no, en la mayoría de los casos fue pura imposición, «hay que hacerlo y ya».

Nuevos riesgos, nuevos desafíos

Ahora, a los riesgos y dificultades que se presentan por no haber desactivado esta bomba a tiempo, se suma la ludopatía en los niños y adolescentes, un problema que se acrecienta y afirma a partir de la facilidad de acceso a los sitios de apuestas y la influencia de personajes nefastos a los que los jóvenes tienen acceso por su presencia en las redes sociales.

Suena a paternalismo advertir, «se los dijimos», pero lo cierto es que diferentes actores y entidades venimos enfatizando desde hace años sobre la necesidad de trabajar estos contenidos desde espacios específicos en todos los niveles académicos, a fin de abordar no solo la problemática técnico-cientifica de la materia, sino y fundamentalmente, las cuestiones sociales que son, en definitiva, la principal causa de las trabas que aparecen al pretender hacer un uso práctico, funcional y concreto de los medios que nos provee la tecnlogía. 

Ya se perdió mucho tiempo en debates superficiales y el mal manejo político del problema. Es tiempo de hacer. No perdamos esta nueva oportunidad.


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Cómo evitar el hackeo de tu teléfono

Cada tanto volvemos a recordar y actualizar ciertas advertencias y sugerir algunas claves útiles, a fin de lograr la protección de nuestra privacidad en el uso de los dispositivos digitales que usamos habitualmente.

En esta ocasión, presentamos un video desarrollado por Platzi, escuela de tecnología. Vale la pena echarle un vistazo y seguir las útiles recomendaciones que propone.

Más información en: «Contraseñas más fáciles de hackear en celulares y cuentas»

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El CONICET, la mejor institución gubernamental de ciencia de Latinoamérica, según el Ranking Scimago 2024

El SCImago Institutions Rankings ( SIR ) publica desde 2009 su ranking internacional de instituciones de investigación a nivel mundial, el SIR World Report. El Informe Mundial SIR es obra del Grupo de Investigación SCImago, una organización de investigación con sede en España formada por miembros del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), la Universidad de Granada, la Universidad Carlos III de Madrid , la Universidad de Alcalá, Universidad de Extremadura y otras instituciones educativas de España.

El ranking se divide en cinco sectores: gobierno, salud, educación superior, privado y otros. Para cada uno, mide áreas tales como producción de investigación, colaboración internacional, impacto normalizado y tasa de publicación.

Según el Ranking Scimago 2024 el CONICET (Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas de Argentina) vuelve a ser la mejor institución gubernamental de ciencia de Latinoamérica. Asimismo, el organismo se ubica en el puesto 20 entre las instituciones gubernamentales de investigación de todo el mundo. De los organismos de gobierno de América Latina dedicados a la investigación, el CONICET vuelve a ubicarse 1ro. en el ranking seguido por México, Chile y Brasil.

Asimismo, se ubica en el puesto veinte entre 1870 instituciones gubernamentales dedicadas a la investigación de todo el mundo. En tanto el Consejo se posicionó en el puesto 224 sobre las 9054 instituciones académicas y científicas analizadas de todo el mundo, habiéndose incorporado 621 organizaciones más al ranking respecto al año anterior. Este año, el CONICET también mantiene su posición como la mejor institución en ciencia del país, entre las pertenecientes a los distintos sectores, ámbitos y tipos de instituciones.

CONICET, orgullo de la ciencia argentina.


Fuentes:
-Wikipedia
-CONICET
-Perfil de Gabriel D. Noel en Linked.In
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Lecciones a aprender de la digitalización en las escuelas españolas


En el siguiente artículo del diario español La Razón, docentes, familias y expertos se plantean cómo afrontar el delicado debate de incorporación de las pantallas en las escuelas.


El primer trimestre del año toca su fin y, con él, comienzan las campañas de promoción en los centros formativos con el objetivo de cubrir las plazas vacantes y llegar al número de alumnos necesario para arrancar y planificar el próximo curso académico.

La presencia de pantallas en las aulas y en el proceso educativo es uno de los grandes puntos de interés y, además juega un papel importante en el proyecto de muchos centros educativos. Tras varios años de implantación, después de mucho esfuerzo e inversión, en los últimos meses el debate ha vuelto al origen. Padres, expertos en educación y profesores se preguntan si suponen un avance, si son un recurso más o si, por el contrario, representan un lastre para los alumnos.

La presencia de pantallas en las aulas no es algo nuevo. Desde la implantación de las primeras pizarras digitales en los primeros años de este siglo XXI y pasando por los proyectores, el proceso de digitalización de los centros educativos ha ido dando pasos adelante. El debate está servido.

Despejarlo no es el objetivo de este reportaje, si bien todo parece apuntar a que la digitalización ha venido para quedarse, pero depende de los protagonistas (centros educativos, profesores y padres) saber utilizar este recurso que, aunque tiene muy buenas aplicaciones para la docencia (organización, comunicación, etc.), aún está por probar científicamente su aportación a la educación y formación de los alumnos. Prueba de ello es que países como Suecia han paralizado los planes de digitalización para revisarlos a fondo. La solución a esta ecuación no la conoceremos a corto plazo, y todo parece indicar que habrá que esperar pacientemente para ver cómo evoluciona la cuestión.

Para conocer el momento en que nos encontramos en cuanto a la digitalización se ha consultado a diferentes actores del proceso educativo. LA RAZÓN ha hablado con expertos, asociaciones de padres y colectivos de profesores para analizar la cuestión. Catherine L’Ecuyer, doctora en Educación y Psicología, Begoña Ladrón de Guevara, presidenta de la Confederación de Padres de Alumnos (COFAPA), y Juan Torija, secretario general de la Federación de Enseñanza de USO de Madrid (FEUSO) (*), ofrecen una mirada desde sus respectivos puntos de vista del proceso formativo, en lo relacionado a la digitalización en la educación.

La posibilidad de dar y/o recibir clase a través de tabletas no debe ser una imposición. En ningún caso, al menos, se debe imponer por encima del método, digamos, tradicional. Si un colegio apuesta por las tabletas, parece lógico dar la opción de mantener los libros en formato físico para las familias que así lo deseen. Esto lo exige un gran número de padres y profesores, pues es parte de la libertad de elección de centro escolar presente en varias comunidades autónomas y, también, alude a la libertad de cátedra, en el caso de los profesores y docentes.

Entonces, ¿dónde está el debate? Juan Torija explica cómo los colegios, de un tiempo a esta parte, se afanan en encontrar alicientes atractivos para que nuevas familias decidan matricular a sus hijos en el centro. «Tener que competir con el colegio de al lado para llenar aulas no había ocurrido nunca, pero la crisis de natalidad que vivimos actualmente ha puesto en riesgo a muchos colegios, que han visto en la digitalización un potente reclamo. En muchos casos, se pone por delante (erróneamente) la viabilidad de una empresa antes que la coherencia con el proyecto educativo del centro».

Los colegios han querido adaptar la docencia a través de pantallas valiéndose de soportes (las tabletas) que no están concebidos para que los niños reciban clase con ellos. L’Ecuyer opina que se les da carta blanca a las empresas tecnológicas para entrar en las aulas: «Pedir a las tecnológicas que proporcionen una herramienta educativa es como pedir a una cadena de comida rápida que haga el menú de los comedores escolares».

En cuanto al profesorado, es innegable que la tecnología ayuda de manera importante al trabajo de los adultos, pero también tiene su lado menos agradable. Juan Torija comenta el nivel de extremo cansancio al que están sometidos los docentes, pues «por su fuerte componente vocacional, es muy difícil para los profesores dejar de contestar un correo electrónico, corregir exámenes o trabajos o actualizar las notas en el sistema a horas intempestivas», completamente fuera del horario laboral.

Importancia del modelo tradicional

Begoña Ladrón de Guevara defiende la presencia de dispositivos digitales en las aulas como un recurso más dentro de todas las posibilidades que existen para hacer más eficaz el proceso educativo y formativo de los alumnos. «De ninguna manera puede sustituir a la escritura o a la lectura en libros físicos», apunta la presidenta de COFAPA. L’Ecuyer defiende desde hace una década la importancia de retrasar el contacto de los niños con las pantallas lo máximo posible. «La mente aún inmadura del niño se vuelve pasiva y dependiente ante la pantalla», explica. En este caso, «sí que existen evidencias científicas que prueban los efectos en la memoria y la forma de aprender de los alumnos, y son ellos mismos los que dilucidan, llegados a cierto nivel de madurez (segundo ciclo de ESO o Bachillerato), si estudiar con una tablet es bueno o no para ellos», comenta Torija a este respecto.

Como conclusión, la falta de evidencias científicas del valor aportado por la tecnología a la educación es un gran hándicap, que debe ser oportunamente valorado por los centros antes de decidir (mejor si es en consonancia con los padres y profesores) si apostar por esta opción.

En opinión de Begoña Ladrón de Guevara, es obligación de las familias conocer el proyecto educativo del colegio y, si se llega a diferir en algún punto del mismo, confiar en los cauces de comunicación habituales para contactar con el centro. «Solo así, caminando colegios y familias juntos», comenta, «se puede llegar a un entendimiento beneficioso, para los alumnos (sobre todo)», verdaderos protagonistas del entorno y el proceso formativo y educativo.

Por ello, no se puede tomar a la tecnología como algo absoluto y excluyente. «Es incongruente hablar de libertad educativa y, después, imponer las tabletas sin ofrecer una alternativa analógica a los padres», explica Catherine L’Ecuyer.


(*) USO: Unión Sidical Obrera, el tercer sindicato en representación a nivel estatal en España.
Fuente: LaRazon.es
Imágen: EbTouch

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Una Tabla Periódica de los elementos que enseña sus aplicaciones

Gracias a la innovadora visión de Keith Enevoldsen, diseñador gráfico de Seattle, EE.UU., esta guía trae una nueva mirada a la tabla periódica clásica: se trata de una versión interactiva que rediseña la forma en que interactuamos y aprendemos sobre los elementos.

Haciendo clic sobre la imagen se obtiene una versión en tamaño completo.

 


Fuente: Comunidad biologica

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