La ocasión del reconocimiento al profesor John Anthony Allan por haber desarrollado e introducido la teoría de «agua virtual» es una buena oportunidad para reflexionar sobre el significado y las implicancias de esta teoría.
Partiendo de la premisa de que la gente no sólo consume agua cuando bebe o se baña, este profesor de la Universidad de Londres elaboró en 1993 la teoría en cuestión y creó un modo exacto de calcular la cantidad necesaria de agua que se utiliza para elaborar distintos productos, desde una taza de café hasta una hamburguesa. Por ese logro y sus aplicaciones recibió ayer el prestigioso Premio Estocolmo del Agua 2008.
Por ejemplo, según estos cálculos:
- 140 litros son necesarios para la elaboración de una taza de café.
- 3.000 litros para el complejo desarrollo que lleva a obtener un litro de leche.
- 2.400 litros se consumen para fabricar una sola hamburguesa.
- 2.500 litros se usan para que sea posible un trozo de queso de 500 gramos.
Tomando el caso de los 140 litros necesarios para la elaboración de una taza de café, por ejemplo, Allen contabiliza la cantidad que se destina al riego de la planta, a la manufactura del producto, su empaquetamiento y todo el camino que sigue hasta llegar a la mesa del consumidor.
Con este sólo ejemplo pueden apreciarse las enormes implicancias del trabajo del profesor Allen. Según estimaciones, en el año 2020 más de 250 millones de personas van a sufrir la escasez de agua. De allí que el Instituto Internacional del Agua de Estocolmo afirme que:
La aplicación del concepto de agua virtual potencia el uso del comercio para aliviar su falta en algunas regiones y emplearla de forma más eficaz en los recursos hídricos.
De estos estudios se derivan otras cuestiones que también merecen ser analizadas en profundidad: de acuerdo a estos cálculos los paises desarrollados consumen casi el triple de agua que los sub, evidenciando una vez más que seguimos pagando los platos rotos por el despilfarro de los paises más ricos.