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docentes - 25. página

Los adultos y las nuevas tecnologías

La edición del martes pasado del programa «Plan a”, en el que participé como panelista, estuvo dedicado al tema de las nuevas tecnologías en la vida cotidiana. En determinado momento se planteó la cuestión de los adultos frente a las nuevas tecnologías, y tratamos algunas ideas y experiencias al respecto. Los videos a continuación son fragmentos de dos intervenciones referidas al tema.

Información sobre el Curso para Adultos, en el blog del curso.

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Una mirada necesaria sobre las TIC en la educación

Conocí a Boris Mir gracias a que creó, junto a Alejandro Tortolini, el grupo «ÑBlog» en EduBlogger. Este profesor del IES Arraona, de Sabadell, Barcelona, es autor del blog La Mirada Pedagógica, un espacio personal de opinión y reflexión sobre enseñar y aprender, como el mismo lo define.

Recientemente escribió allí un post titulado «Las TIC deben cambiar el reloj por la brújula», en el que analiza la problemática de la incorporación de las TIC en la educación. Selecciono algunos párrafos, al tiempo que recomiendo la lectura completa de su análisis como una mirada necesaria para no perder de vista lo central del asunto:

Hay muchos intereses cruzados en el tema TIC, algunos legítimos y otros no tanto. A veces las mejores intenciones alentan un entusiasmo digno de encomio, pero todavía hay demasiado discurso apologético y poca legitimación basada en resultados generalizables. Los únicos profesores que han convertido las TIC en valor para sus alumnos son aquellos que tenían elevados horizontes educativos, aquellos que ya tenían aspiraciones pedagógicas ricas y diferentes y para los cuales la incorporación de hardware o software ha dado alas a sus proyectos. La verdad, no creo que las TIC hagan, de profesores mediocres, mejores profesores.

Seguramente deberíamos dedicar todo este esfuerzo a repensar cómo trabajamos con nuestros alumnos en clase, qué les proponemos para que aprendan y qué estimulantes proyectos llevamos a cabo –con o sin la TIC…- para que aprendan más y mejor. Es más, ocuparnos de las TIC nos distrae de replantearnos a fondo la educación, que es una tarea mucho más sustancial. Por favor, no dilapidemos los escasos presupuestos educativos en adquirir “un ordenador por alumno”, dediquémoslos a crear espacios de reflexión y aprendizaje para que los profesores (y alumnos…) transformen de forma radical sus concepciones sobre la enseñanza y sus métodos de trabajo. Es muy probable que las TIC nos ayuden a ello y por lo tanto deben formar parte permanente de nuestra agenda y de nuestro discurso, pero creo que debemos resituarlas.

Repensar la escuela es mucho más urgente y necesario que incrementar el parque TIC. Y para repensar la escuela, deberíamos también repensar la incorporación eficiente de software y de hardware.

Decíamos aquí mismo en alguna oportunidad que «la tecnología en la escuela siempre cambió cuando se ‘llenó’ de contenido -nuevas teorías, nuevos usos, nuevas disciplinas, nuevas necesidades. Ahora parece no hacer falta el contenido: con que esté de moda basta. Cuando hablan los tecnólogos, ‘mercadólogos’, economistas, gurúes y otras especies dentro de la fauna de opinólogos- la escuela siempre está errada». Y también pedíamos en aquella ocasión que «no nos equivoquemos: la escuela va a incorporar todas estas tecnologías nuevas cuando pueda -podamos- ‘llenarlas’ de contenidos en función de mejorar los aprendizajes, razón última de ser de la escuela».

Adhiero a la idea de que las TIC no hacen a un buen profesor. Si basamos nuestro desempeño en la cantidad y calidad de recursos tecnológicos disponibles, sin la convicción de que la educación debe promover la distribución igualitaria y democrática del acceso al conocimiento, nuestra práctica se habrá vaciado de sentido.

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El proyecto OLPC como una asignatura pendiente en educación

En un artículo del suplemento Zona del diario Clarín, titulado «Asignaturas pendientes: De las inversiones chinas al plan ferroviario, las deudas del Estado», los periodistas Pablo Calvo y Gerardo Young hacen un recorrido por los anuncios de las muchas obras y proyectos que se anunciaron y no se concretaron en los 5 años de administración kirchnerista.

Entre las deudas de gestión que se analizan se encuentra el «Proyecto OLPC». En un apartado titulado «Educación: Un millón de laptops invisibles», los periodistas hacen un breve recorrido por el origen y estado actual del proyecto y de otras promesas electorales referidas a la educación, diciendo:

Se prometieron en 2005 y tenían que llegar el año pasado. El anuncio se repitió varias veces en los comunicados oficiales. Iban a costar 100 dólares cada una, pero aún no han llegado. Además, como se movieron los precios internacionales, ahora les costarían al Estado 180 dólares o más.

Hay más deudas en educación, no imputables solamente al Gobierno nacional. La Ciudad y la provincia de Buenos Aires tienen escuelas muy deterioradas. De las 700 nuevas que prometió Kirchner, ya se hicieron 518, bastante bien ahí. Queda también ajustar los planes educativos a las necesidades del país. La presidenta Cristina Kirchner anunció ante el Congreso la sanción de una ley de Educación Superior con ese objetivo, pero aún no se han visto avances parlamentarios.

Estoy de acuerdo con analizar las deudas en su conjunto porque el proyecto OLPC es sólo una parte, que seguramente para muchas escuelas se encuentra eclipsado por carencias más apremiantes que tener una computadora por chico.

Ahora bien: los medios grandes comenzaron a hablar del asunto. De hecho, Clarín hace bastante que se viene ocupando del fracaso del proyecto OLPC. Pero en una importante cantidad de blogs, entre ellos este, ya se venía advirtiendo que algo no huele bien en todo esto.

Lamentablemente, y una vez más, nuestros chicos cargan con las consecuencias del fracaso del estado en hacer realidad una educación mejor.

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Desde Mendoza y ‘a pesar de’: el Colegio Edison y su proyecto de educación digital

En la revista Viva del diario Clarín se publica hoy, como cada domingo, el Calendario del compromiso con la Comunidad. ¿De qué se trata? Es una iniciativa de la Fundación Noble y la Red Solidaria que apunta a complementar el espacio que tiene la solidaridad en la agenda cotidiana de los medios. Durante todo el año, se publica semanalmente en la Revista Viva del Diario Clarín y en Internet, y ofrece un lugar identificable y sistemático para aquellas instituciones y personas de todo el país que trabajan por los demás.

El tema de esta semana es «Por una educación digital igualitaria», cuya consigna principal es que «el avance de Internet y de la sociedad de la información exige encontrar las mejores prácticas en la educación para promover una alfabetización digital que alcance a alumnos de todos los sectores». El documento completo se leer en la revista. También puede bajarse en formato .pdf desde el sitio del Calendario.

Lo que deseo destacar está relacionado con el caso modelo que acompaña a la consigna. Se trata del Colegio Tomás Edison, de la ciudad de Guaymallén, en mi querida y siempre recordada provincia de Mendoza. En referencia a la experiencia de esta institución, se dice que,

Se convirtió en la primera experiencia de educación digital de Latinoamérica. Pese a sus techos de chapa y patios de tierra, esta escuela primaria tiene conexión de Internet inalámbrica y, a partir de este año, cada alumno de 5º grado en adelante cuenta con una computadora personal.

Los primeros equipos llegaron cuando los alumnos –en su mayoría provenientes de familias con pocos recursos- decidieron por unanimidad destinar la plata recaudada desde primer grado para el viaje de egresados a comprar 20 Tablet PC usadas, en un remate que realizó un banco de Miami.

El proyecto Aula Digital nació hace cinco años por una iniciativa personal de la directora de la escuela, Graciela Bertancud que comenzó a analizar cómo usaban las nuevas tecnologías los estudiantes y se preguntó qué podía hacer para incluir en el colegio la alfabetización digital.

En el año 2005 el Colegio obtuvo el primer Premio Nacional a la Calidad Educativa por este proyecto, distinción otorgada por el Ministerio de Educación de la Nación y reconocida, además, por la Empresa INTEL.

Lo notable es que estos chicos sacrificaron el dinero recaudado desde primer grado para el viaje de egresados, para comprar 20 Tablet PC usadas. Seguramente hicieron semejante sacrificio con gusto, pero me pregunto, ¿dónde están las laptops del proyecto OLPC que llegaron al país hace tanto tiempo, y que sólo vimos en fotos?

Juro que si estuviera a mi alcance, haría todo lo posible para que esos chicos recuperen el dinero de su viaje, porque me da vergüenza ajena que nuestras autoridades, aquellas que se llenaron la boca hablando de alfatización digital y de una computadora por niño, miren para otro lado mientras se suceden estos esfuerzos en aras de mejorar las oportunidades para nuestros chicos.

Ya sea que tengan plataforma Sugar, Tuquito, Windows o lo que sea -digo, por buscar una excusa en la morosidad de la implementación-, las laptops del proyecto OLPC que llegaron al país para estas cuestiones no aparecen cuando se las necesita.

¿Dónde estás las laptops?

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Agrego hoy 28-07, buenas nuevas desde Guaymallén:

Recibo un mail de la directora del Colegio Tomás Edison, Graciela Bertancud, en el que me dice,

Quiero contarle que los alumnos recibieron el viaje gracias a la empresa Microsoft, que invitó al grupo de alumnos a la Feria del Libro, el año pasado, experiencia muy significativa e inolvidable.

Sin dudas, una buena noticia y un premio al esfuerzo de la comunidad educativa del colegio mendocino. ¡Felicitaciones!

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Escritora se pregunta: ‘¿A la escuela le importa la escritura de sus docentes?’

Quién se pregunta esto es la escritora y docente Angela Pradelli, premio Clarín de novela, en una columna de opinión publicada ayer por ese diario. Pradelli afirma allí que «existe escasa estimulación, cuando no desdén o boicot, para que maestros y profesores desarrollen textos con riqueza y claridad en beneficio propio y de sus alumnos».

El punto de partida de esas reflexiones según ella misma lo explica, es la entrega de premios del concurso literario organizado por la Dirección General de Escuelas y dirigido a los docentes escritores de la provincia de Buenos Aires, que hace unos días se llevó a cabo en la Feria del Libro. Y afirma: «que las autoridades bonaerenses promuevan la escritura de sus maestros y profesores y que los premien por eso es un signo social que reconforta y que las escuelas deberían apoyar con gestos claros y concretos.»

Que importante es que alguien con oficio de escritor lance semejante desafío, porque ese es otro tema que necesita ser revisado. Y si bien la escritora se refiere primariamente a textos literarios, inmediatamente me hizo pensar en el enorme esfuerzo que significa para la mayoría de los docentes escribir, ya no literatura sino simplemente los textos con los que se va a trabajar en clase, porque el sistema remunera solamente las horas frente al aula y muchos deben sumar horas para poder subsistir. Mientras tanto, editoriales en un extremo y fotocopiadoras, en el otro, de parabienes.

Pero no quiero desviar la atención del punto focal que aborda la escritora, quién cuenta su experiencia y dice:

Ni la publicación de los libros ni el ingreso al mundo editorial me empujaron a dejar la cátedra. Por eso duele escuchar la pregunta de por qué sigue una escritora enseñando en las escuelas secundarias. La inquietud revela una construcción social: la noción de que la escritura y la docencia son dos prácticas que no conviven. Y la idea también de que la escuela es un lugar del que hay que irse lo antes posible. Son pocos los que entienden que la escritura, como una savia que corre por vasos comunicantes, alimenta también la cátedra. La escritura es un instrumento con el que construimos pensamiento y es también el vehículo para que las ideas se liberen de prejuicios, se aclaren, se enriquezcan, se ahonden.

Es la escuela la primera responsable de enseñar a escribir y garantizar en las aulas las prácticas de la escritura. Imaginemos un país en el que maestros y profesores sean verdaderos productores de textos, escribas eficaces que tomen la palabra y construyan textos de circulación social. En la realidad diaria, no sólo estamos lejos de alcanzar ese estado sino que, aun peor, en algunas escuelas las autoridades se envalentonan en su propia mediocridad y menoscaban la práctica de la escritura.

Convengamos también que tampoco abundan estos concursos y que es una rareza que los organismos oficiales los convoquen. ¿No es en la escuela acaso donde deberíamos entrenarnos todos, alumnos, maestros y profesores, como escribas eficaces de textos que argumenten con solidez, que describan con precisión, que expliquen con claridad y que narren historias con soltura y pericia? ¿No debería la escuela ser ella misma una usina verdadera e inagotable de textos?

Sin embargo, y decir esto también es un dolor, algunas instituciones se empeñan en negar tanto la importancia de la escritura como la necesidad básica de convertir las escuelas en verdaderas canteras de escritores. Conozco de cerca la situación de los docentes cuestionados en sus escuelas por intervenir con sus escrituras en los espacios sociales. Son instituciones incapaces del diálogo propio de sociedades democráticas y, necias a aceptar ideas distintas a las suyas, pretenden ejercer la censura de otras voces. Entre sus funciones más importantes los directivos deberían priorizar la promoción de la escritura en sus comunidades educativas y la preocupación por alcanzar un nivel de excelencia en la escritura institucional.

Pero estamos tan lejos de eso. A cambio tengo una colección cada vez más completa de textos redactados por directivos que avergüenzan por su prosa, tan defectuosa y desarticulada que hasta los mismos alumnos, estudiantes del secundario, detectan los errores. Son escrituras que ponen en relieve el grado de ignorancia respecto al lenguaje de quienes deberían ser los primeros en asesorarnos en el uso de la palabra.

Finalmente, Angela Pradelli se permite un anhelo:

Trabajemos para que en la docencia se escriba cada vez más y mejor, y que las obras desborden los certámenes. Para ello, los organizadores tendrán que superar los obstáculos que ponen aquellos que dentro de las escuelas se empeñan a diario en hacer abortar las propuestas superadoras y liquidan su responsabilidad de difusores y motivadores colgando la información en una cartelera, seguros tal vez de que la delgadez del alfiler sostendrá por poco tiempo esa convocatoria que pronto hará aumentar la pila de papeles que se archivan.

La columna completa se puede leer haciendo clic aquí.

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