El presidente de CABASE dijo, reflexionando sobre los resultados de la Cumbre de Túnez, que «es mejor educar en el uso de Internet que limitarla con normativas estrictas. La Web es una herramienta pública, cada uno es dueño de un pedacito y con su aporte hace que crezca día tras día».
¿Cómo no coincidir con semejante definición? Sin embargo, el hecho de que los EE. UU. mantengan el control del sistema de direcciones de Internet me hace dudar sobre si realmente cada uno es dueño de «un pedacito» de Internet.
En realidad, se parece más a un alquiler con la posibilidad que el dueño un día decida cambiar las reglas de juego, y quedemos -los pretendidos dueños- en la calle.
Quien conozca la historia de los inicios de la red seguramente tendrá aquella misma visión romantica del presidente de CABASE: libertad sin controles para todos. Recuerdo ahora que el primer nodo externo de la futura Internet fuera de los EE. UU. se estableció en Rusia en plena guerra fría. Que osadía. Que libertad. Al menos eso era lo que se decía en aquellos días.
Sin embargo hoy el control de la red existe y está repartido entre organismos gubernamentales y consorcios privados, todos norteamericanos, regidos por las leyes norteamericanas.
Volviendo a los inicios de la red de redes, se debe recordar también que en sus inicios fue un proyecto militar estadounidense, que creció y se expandió, sí, pero siempre bajo aquella atenta mirada.
Coincido plenamente en que no se debería haber politizado el control de Internet, como claramente se pretendió en esta Cumbre, pero es de destacar la cuestión de estado plateada por Washington: al dejar el sistema de direcciones de Internet en manos de un organismo internacional, cómo se pretende, «se podría frenar el avance tecnológico e incrementar la censura en la Red por parte de regímenes antidemocráticos«. ¿Cuales regímenes? Está claro. Basta leer el diario todos los días para darse cuenta. ¿Eso no es politizar el control?
Cuando surge un medio, sistema u organización con gran participación y aceptación por parte de la gente siempre habrá alguien que quiera tomar el control. Agreguemosle la enorme circulación de información y la cantidad de dinero que genera y mueve Internet, y tendremos un plato apetecible para cualquier trasnochado.
No quiero parecer descreído de toda buena intención de cualquiera de las partes, pero que difícil lectura tiene esta Cumbre de Túnez…