Admiro y sigo con entusiasmo el trabajo de la gente de Educ.ar. He tenido algún contacto con ellos participando en presentaciones y cursos, y suelo meterme a opinar a veces.
Pero en este asunto del proyecto ‘OLPC’ (‘Una computadora por niño’, tal el significado de las siglas en nuestro idioma), tengo mis dudas y disiento con cierta perspectiva pseudo-utópica, como que todos tienen el interés puesto en la tecnología y en el proyecto pedagógico, únicamente.
Alguien dijo una vez, no recuerdo quien, ‘No soy pesimista. Soy un optimista informado’, y algo de eso me sucede con este asunto. Pero hay algunos en Educ.ar que ven operaciones de prensa detrás de las críticas.
Por lo pronto, hace un par de días se informó que el precio no es 100 dólares sino 150. Si bien en el blog oficial del proyecto se explica la cuestión de esta diferencia, el asunto sigue sin estar claro.
Educ.ar publicó fotos del aparato en cuestión, desde la caja cerrada hasta gente usandola, al mejor estilo de un padre primerizo que le saca fotos hasta al cordón umbilical. Poco serio.
¿Por qué Educ.ar no está girando por el país mostrando la máquina, informando sobre la verdadera esencia del proyecto y escuchando nuestras dudas, preguntas y comentarios?
Adrián Paenza dice en un video publicado por Educ.Ar, mientras pregunta como se dice ‘laptop’ en castellano, que apoya el proyecto siempre y cuando no aparezca nada extraño. No lo dice exactamente así pero casi. El hombre ha visto algunas manchas en la cosa pública, seguramente, y lanza el alerta.
Creo que nadie duda de la genialidad de mucha de la producción del MIT. Son innovadores, geniales y artífices de gran parte de los avances en materia de computación e informática. Ese es su arte y en eso descollan. Si quisieran fabricar computadoras con latas vacías y botellas recicladas, y lo lograran, nuestra admiración no podría más que crecer.
Pero en este caso entran a jugar otros factores: los ministerios de educación se entusiasman, los gobiernos compran el paquete, circula gran cantidad de efectivo, y ni una sola consulta con los interesados, leáse docentes, niños, técnicos, etc. etc.
Ya sé que alguien al leer esto podría decir ‘¿quién es este para opinar?’, y creo que es ese justamente el meollo de la cuestión: falta el ‘ciudadano común’. ¿Cuando se tomarán decisiones consensuadas, con intervención de, en este caso, los usuarios finales?
Un párrafo aparte para hablar de sensaciones. Adivino que a nadie le importan las mías, pero las comparto porque quizás alguien siente lo mismo: que rara sensación me produce ver las fotos ‘oficiales’ con esas caritas de chicos de piel oscura y apariencia ‘no-desarrollada’, es decir, en vías de desarrollo.
Tengo que ser franco y decir que vi cierta preocupación de parte de ciudadanos comunes en los EEUU. En los comentarios al artículo del blog mencionado antes, una señorita se queja porque no se les entregarán a los niños en ese país. Dice así: ‘What about the children in OUR country? I donated my old laptop to a hispanic family (el énfasis es mío) who’ve never had a computer.»
No, si son unos tipos bárbaros. ¿A gente como esta, con estas ideas, le vamos a confiar la tan mentada alfabetización tecnológica de nuestros chicos?