Hoy estamos abandonando su clase, con el fin de expresar nuestro descontento con el sesgo inherente a este curso. Estamos profundamente preocupados por la forma en que este sesgo afecta a los estudiantes, a la Universidad, y nuestra sociedad en general (…) Un estudio académico legítimo de la economía debe incluir una discusión crítica de las ventajas y los defectos de los diferentes modelos económicos. A medida que su clase no incluye las fuentes primarias y rara vez se cuenta con artículos de revistas académicas, tenemos muy poco acceso a aproximaciones económicas alternativas. No hay ninguna justificación para la presentación de las teorías económicas de Adam Smith como algo más fundamental o básico que, por ejemplo, la teoría keynesiana. (…) Los graduados de Harvard juegan un papel importante en las instituciones financieras y en la conformación de las políticas públicas en todo el mundo. Si falla la Universidad de Harvard a la hora de equipar a sus estudiantes con una comprensión amplia y crítica de la economía, sus acciones serán susceptibles de perjudicar el sistema financiero mundial. Los últimos cinco años de crisis económica han sido prueba suficiente de ello. No estamos retirando de su clase este día, tanto para protestar por la falta de discusión de la teoría económica básica y como para dar nuestro apoyo a un movimiento que está cambiando el discurso estadounidense sobre la injusticia económica (Occupy wall street). Profesor Mankiw, le pedimos que se tome nuestras inquietudes y nuestro retiro de su clase en serio.
(Fragmentos de la carta escrita por alumnos de la cátedra de Introducción a la Economía de la Universidad Harvard, dirigida al economista Gregory Mankiw, luego de retirarse de su clase en protesta por el contenido y el enfoque con que Mankiw dicta la materia)
Asombrosa foto en el espacio
Autorretrato del astronauta Mike Fossum durante su estancia en la Estación Espacial Internacional. Realmente impresionante.
Visto en Microsiervos
Intel celebra los 40 años del microprocesador
Si bien la historia del microprocesador comienza un par de años antes, Intel celebra hoy aquel 15 de noviembre de 1971, fecha en que publicó el primer aviso promocionando el invento en la edición de ese día de la revista Electronic News.
En la sección Exhibiciones en línea del sitio de la compañía, bajo el título The Intel 4004. A big deal then. A big deal now, se encuentra publicada la historia de este desarrollo fundamental.
En 1969, la Nippon Calculating Machine Corporation encargó a Intel el diseño de 12 chips para su nueva calculadora Busicom 141-PF. En vez de crear una docena de chips específicamente para la calculadora, los ingenieros de Intel propusieron un diseño innovador: una familia de 4 chips, incluyendo uno que podría programarse para ser usado en una variedad de productos. Este set de 4 chips, llamado MCS-4, incluía una unidad central de procesamiento o CPU, el 4004.
Esa fue la novedad promocionada aquel 15 de noviembre de hace 40 años. Podría decirse que marca el inicio de una verdadera revolución en materia tecnológica.
En la edición digital de The Inquirer se publica además una interesante infografía sobre el desarrollo del microprocesador desde sus orígenes hasta nuestros días.
Fuentes:
– Intel Museum
– The Inquirer
Klout, o la invasión a la privacidad como excusa
Cuando eramos chicos, nuestros mayores siempre nos advertían sobre determinadas cuestiones de la vida o sobre la conveniencia o no a futuro de ciertas relaciones que se veían venir. Las consabidas frases «cuidado, que te vas a lastimar» de pequeñitos, o «Fulana -o Fulano- no me gusta, no es para vos» ya de grandes, son lugares comunes que todos recordamos con más o menos cariño y más o menos arrepentimiento. Lo que solíamos ver como una intromisión en nuestra vida era, la gran mayoría de las veces, un intento fundado en el aprecio, un esfuerzo por evitarnos el mal trago o el dolor a partir de la propia experiencia de vida del mayor que nos advertía.
A nivel social e histórico ha sucedido esto también en infinidad de ocasiones. Determinados hechos han tenido su previo llamado de atención que la mayoría, ya sea por cuestiones políticas, económicas o de otro tipo desoyeron en su momento, todos con consecuencias más o menos trágicas.
Como viviendo en un estado permanente de adolescencia tardía, en el plano de nuestra experiencia como usuarios en internet, me parece, estamos justamente recorriendo esta etapa de negación de las señales que van apareciendo; señales con forma de excusa, de aparente beneficio que algunos celebran y otros niegan, pero que todos estamos pagando en términos de invasión de nuestra privacidad, rumbo a un control de la información como nunca antes se ha visto.
Hablábamos ayer con Alejandro Tortolini sobre un artículo publicado en el New York Times, acerca de padres preocupados porque Klout crea en forma automática perfiles de sus hijos. Ante mi desconocimiento, Alejandro tuvo la amabilidad de explicarme que Klout es un servicio que mide la ‘influencia’ de las personas en las redes sociales. Empezó midiendo lo que un usuario hacía en Twitter -midiendo cantidad de seguidores, cantidad de ‘retuits’, etc- y después comenzó a agregar otras redes como LinkedIn y Facebook. Con esa información elabora el ‘indice Klout’, que nos dice que clase de protagonista somos en las redes sociales.
Como buen docente que es, me pasó el link de su propio perfil en Klout para que lo viera en funcionamiento, y para mi sorpresa descubro que, confirmando la denuncia de aquellos padres al periódico, Klout había creado automáticamente un perfil mio por el sólo hecho de tener un contacto de red asiduo con Alejandro y aparecer entre sus contactos. A su vez en mi perfil, creado a partir de mi actividad en Twitter, aparecen mis contactos más asiduos, y así hasta el infinito.
Todo un perfil creado con información tan parcial, recortada y subjetiva como puede ser la que se obtiene de mi participación en Twitter, y sin permiso.
Me temo que en esa mirada distraida, ingenua y rebelde de adolescente con que estamos viendo pasar estas cuestiones, no estamos advirtiendo que todas ellas están confluyendo hacia el mismo punto: la obtención de nuestra información personal. ¿Con qué fines? Eso está por verse, pero la historia de la humanidad no es alentadora en cuanto a sus buenos propósitos.
Somos gente grande con mirada de ‘a mi esto no me va a pasar’; adolescentes digitales que no nos damos cuenta de que la mercancía en intercambio en estas excusas de avanzada somos nosotros mismos.
¿Qué tipo de internet queremos?
Como suele suceder con las conferencias TED, luego de escuchar al disertante las cosas tienen otra mirada, una que nos sacude lanzándonos a pensar en otro rumbo, otras posibilidades, otra comprensión.
Eli Pariser, director de MoveOn, un grupo estadounidense progresista y sin ánimo de lucro en defensa de las políticas sociales, es quién lanza el dasafío en este caso: la segmentación de la información para el usuario, basada en sus hábitos de uso de la red, termina aislándolo de lo global para permitirle recibir sólo lo que puede-quiere-debe saber.
Todo un desafío para los tiempos que corren, y un llamado a los que manejan los piolines de la red para que la información se sociabilice con un criterio ético. Y un llamado también a los usuarios, a pensar.
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