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OLPC

Desconectados con el debate

LN CI

Al momento de escribir estas líneas, el artículo titulado «(Des)Conectar Igualdad: un programa que inspiró elogios, pero hoy recibe críticas», escrito por Denise Rabin para La Nación, a escasas horas de ser publicado tiene más de 650 comentarios.

Si bien es cierto que es prácticamente imposible soslayar en los comentarios de artículos de este tenor la chicana política y la opinión tendenciosa -entreveradas con la buena fe de muchos-, soy de la opinión de que la cantidad de participantes indica en alguna medida lo poco que se debaten estas cosas.

Fui consultado por la periodista durante la investigación para el artículo y -más allá de ciertas reservas de mi parte con respecto al medio de origen en cuanto al abordaje de esta cuestión puntual- participé con la expectativa del debate que esto puede generar. Cómo le respondí a una colega que comentó el artículo en mi perfil de Facebook, creo que la nota tiene el valor de lo objetivo, desde que nos permitió hablar a quienes de un modo u otro vivimos la experiencia. No es el estado y tampoco son los ‘especialista’ quienes opinan, sino los trabajadores que cada día confrontan la situación en el aula.

En lo personal, escribí mi primera entrada al respecto de la entrega de notebooks en la escuela en marzo del año 2006, cuando el proyecto era parte de una idea global llamada OLPC (One computer per child), y ya iban saliendo a la luz algunas contradicciones que no habilitaban el optimismo.

Una de esas contradicciones, sobre las cuales hablo no sólo en el artículo en cuestión sino también en otros, es que el Plan Conectar Igualdad alcanza sólo a los alumnos de la escuela pública dejando afuera a los de la escuela privada, asumiendo que todas las escuelas privadas cuentan con sus propios recursos. Esta decisión ignora el hecho de que existen escuelas privadas confesionales o dependientes de otras instituciones en zonas de riesgo en las que los recursos apenas alcanzan. De este modo, se deja afuera de esta especie de «paraguas digital» a una gran porción del alumnado que supuestamente está favorecido por tener una computadora en su casa.

Esta situación generó un hecho para nada inocente: fue aprovechado por algunas poderosas editoriales escolares, que comenzaron a ofrecer a ciertas escuelas privadas con poder adquisitivo su propio modelo, las llamadas «aulas digitales».

Otra objeción de mi parte tiene que ver con la capacitación: si hacemos con la notebook lo mismo que con un libro o una calculadora, sin el valor agregado de la experimentación, la búsqueda, la innovación, la creatividad, entonces sólo cambió el formato y hubo una simple transferencia de lo analógico a lo digital. Pero para ello se requiere capacitación. Amplia, abarcativa, creativa, dinámica. Y presencial, desde ya.

Es innegable que la entrega de las máquinas, aun parcializada y con fallas, es siempre ventajosa. Puso el dispositivo en manos de los chicos, y eso siempre es un avance. Si era el dispositivo correcto y adecuado -no se fabrican más las netbook, ¿no hubiera sido conveniente entregar tablets?- es otra discusión. Lo importante es que las máquinas están y ayudan de alguna manera a cerrar la brecha digital, al menos en los sectores más postergados.

La pregunta entonces, es: ¿alcanza sólo con el aparato, o se necesita también un proyecto que le brinde contenido, que lo haga provechoso, con sentido? Alli, sin dudas, se encuentra la deuda fundamental del Plan.

La nota completa puede leerse haciendo clic en este link.

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1a1 + de lo mismo = Nada

Confieso que la excelente disertación de Dardo Ceballos en el ciclo Tips y TICs, en la que presentó una investigación realizada por la UNR sobre la implementación del programa Conectar Igualdad en las provincias de Santa Fe, Corrientes y Entre Ríos, logró confirmar lo que ya sospechaba pero me dejó mudo. Desde ese día estuve intentando describir, sin éxito, la catarata de ideas, confirmaciones y aun sensaciones que me atraviesan sobre esta cuestión, y a pesar de la amabilidad de Ceballos en responder mis preguntas y escuchar mis consideraciones al respecto, no pude ponerlas por escrito. Hasta hoy.

Ahora me encuentro con un artículo titulado «Los desvaríos de Papert» y escrito por Eleonora Badilla Saxe, catedrática, para la edición on line de La Nación de Costa Rica, en el que la autora pone en palabras muchas de mis propias convicciones al respecto de esta cuestión. Tomo algunos párrafos para ilustrar lo que considero es el problema de base de la implementación del plan Conectar Igualdad: la inserción forzada de las nuevas tecnologías en el aula.

Debo decirlo una vez más: Seymour Papert, matemático, científico de la computación, pionero de la inteligencia artificial, inventor del lenguaje de programación y autor del enfoque educativo para el uso de la tecnología digital en educación al que denominó Construccionismo, es un visionario. (…) La genialidad de Papert le hizo advertir (a la vez que predecía la ubicuidad de las computadoras) que las máquinas por sí mismas, no garantizarían ni aprendizaje relevante, ni mejoramiento de la educación. Por eso, repetía que hay un mundo de diferencia entre lo que las computadoras pueden hacer y lo que una sociedad decide hacer con ellas. Desde que publicó su primer libro, “Desafío a la mente” en 1980, en el que abogaba por el uso de computadoras en educación, también prevenía que no se debía esperar que la máquina tuviera un efecto en la educación, y más bien aconsejaba que se aprovechara su presencia para repensar fundamentalmente el sistema. Solía decir: “Mientras en las escuelas confinemos la nueva tecnología a simplemente mejorar lo que ya existe, en vez de realmente cambiar el sistema, nada significativo va a suceder”.

Sin embargo, el mundo se apresuró a confiar a ciegas en la solución de todos los problemas, incluidos los de la educación, a partir de la inclusión de la computadora. Pero,

El objetivo con las computadoras en educación en casi todos los países y regiones era hacer más de lo mismo, con un poco de maquillaje. El implacable tiempo, de nuevo, evidenció que Papert tenía razón. Aunque se reconocen efectos positivos personales e individuales por el uso de las herramientas digitales, nada significativo sucedió en los sistemas educativos nacionales; nada en relación con los contenidos de siempre; poco con el aprendizaje prescrito en planes y programas. Casi nada nuevo se manifestó a través de las evaluaciones tradicionales, con los instrumentos conocidos. Las muy públicas, recientes evaluaciones de programas de uso de computadoras en educación en otros países, así lo confirman.

La conclusión de la autora es coherente con aquellos principios elementales que pensaron Papert y otros:

Tal vez si las instituciones financieras, los Gobiernos y el sector educación (a nivel internacional y nacional) pusieran más atención a los desvaríos y predicciones de visionarios como Papert, se hubieran ahorrado gastos millonarios en evaluaciones y mediciones tradicionales inútiles buscando efectos de las computadoras en la educación que sabemos de antemano que no se darán, mientras no se repiense de manera cualitativa todo el sistema.

El ofrecer a cada joven, niño y niña (más que a cada estudiante) un dispositivo digital para que pueda crear, diseñar, programar, construir y colaborar es un deber ineludible para garantizar equidad de oportunidades. Pero no podemos buscar efectos diferentes ni esperar resultados distintos si se utilizan para hacer más de lo mismo en educación o para evaluar los mismos contenidos desarticulados de siempre.

Sin embargo, la solución parece estar al alcance de la mano, si es que nos detenemos a pensar en los cambios necesarios en la manera en que estamos educando a nuestros pibes, antes que en la inserción forzada de las nuevas tecnologías en el aula:

Antes de que el implacable nos cobre no haber hecho en educación lo que ya sabemos que hay que hacer, deberíamos poner atención a los desvaríos de visionarios como Papert, que insisten en que en pleno siglo XXI el modelo educativo pluricentenario y fabril ha cumplido su misión y que debe ser repensado profundamente. Y que el enorme potencial de las tecnologías digitales es una buena excusa y brinda una excelente oportunidad para hacerlo.

La computadora se ha metido en el aula con la prepotencia de un plan oficial que luce alejado de los verdaderos intereses de la educación y las reales necesidades del aula. Pareciera que sólo vamos en camino a arruinar otra oportunidad brillante más.


Fuente: La Nación.

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Capacitación virtual en el programa Conectar Igualdad

Bajo el lema «los docentes protagonistas del cambio» y con la premisa de ser «una propuesta dirigida a que los docentes adquieran o refuercen ideas y prácticas que les resulten rápidamente provechosas en la tarea docente con este nuevo escenario de saturación tecnológica», el programa Conectar Igualdad está llevando a cabo el «Curso básico para profesores», en modo virtual.

Según se informa,

Pueden inscribirse en este curso todos los docentes y personal activo de escuelas secundarias y especiales de gestión estatal o privada, especialmente aquellos que están recibiendo el equipamiento del Programa Conectar Igualdad.

Si bien la inscripción es individual, se sugiere a los profesores que «traten de tomar el curso junto con otros compañeros de su misma escuela», ya que «el cursar en grupo favorece la dinámica del trabajo propuesto, refuerza las redes de aprendizaje y facilita la resolución de tareas.»

El 16/2 inicia la 9na. cohorte y se encuentra abierta la inscripción para la décima.

Más información y el formulario de inscripción, en el sitio de Conectar Igualdad. Recorriendo el mencionado sitio se pueden encontrar documentos con ejercicios, ayuda y más.

Por supuesto celebramos la iniciativa, tan necesaria como largamente esperada.

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Una escuela sin computadoras por decisión propia

Se trata de The Waldorf School ubicada en Los Altos, California, cuyas autoridades y docentes dejan de lado las computadoras para abocarse a otros intereses a partir de una decisión basada en lo pedagógico. Y lo particular del asunto es que, al encontrarse en el corazón de Silicon Valley, CEO’s, gurúes y empleados de la industria tecnológica envían a sus hijos allí, en total acuerdo con este tipo de educación.

La escuela está enrolada en la llamada «pedagogía Waldorf», un método de enseñanza arraigado en la filosofía antroposófica que lleva casi 100 años de existencia, pero que acaba de generar una polémica luego de que un artículo en el periódico New York Times relevara esta reserva de la institución hacia el uso de la computadora en el aula.

Dos de los planteos con que justifican esta decisión son muy simples pero con profundas implicancias:

  • La resolución creativa de problemas se aprende de los seres humanos y no de las máquinas, y
  • Se debe invertir más en capacitar a los maestros que en obtener tecnología.

Empleados de Google, Apple, Yahoo y Hewlett-Packard envían a sus hijos a esta escuela, que afirma contar con un procentaje cercano al 94% en lo que se refiere al éxito de sus estudiantes en la educación superior.

Por supuesto que este artículo ha levantado polvareda, provocando la confrontación entre especialistas de posturas encontradas en cuanto a la inclusión de las nuevas tecnologías en el aula. Mientras tanto, gente que conoce el negocio desde adentro sigue enviando a sus hijos a este tipo de escuelas.

No parece haber una respuesta definitiva al respecto, pero qué importante es, creemos, que el tema se discuta sin imposiciones desde el estado.

Fuente: The New York Times

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Entrevista para Área Educativa: netbooks, quién y cómo

Área Educativa es un programa de la TV rosarina, cuyos realizadores definen como «un espacio por y para docentes». El ciclo difunde información de interés para los docentes, al tiempo que aborda distintas problemáticas a través de notas y entrevistas.

En ocasión de mi participación en una jornada sobre plataformas de e-learning organizada por la firma e-ducativa, fui entrevistado por una periodista del programa para conversar acerca de la inclusión de las netbooks en establecimientos educativos privados.

Brevemente, pudimos expresar en la nota nuestra preocupación al respecto de la forma en que estos dispositivos están ingresando al aula: «llegaron las máquinas antes que el proyecto, llegó el aparato antes que la planificación». De este modo, queda reflejada una inquietud que no es sólo nuestra: «No me preocupa tanto el quién, sino el cómo. El quién, estimo yo que a la larga vamos a tener que estar incluidos todos. Me preocupa el cómo, me preocupa que los docentes tengamos que ir después detrás de este artilugio a capacitarnos”, y no antes.

Si bien a primera vista esta mirada suena crítica, no lo es hacia la inclusión de las nuevas tecnologías en el aula sino hacia la forma en que parece estar llevandose a cabo dicha inclusión. No sea que perdamos una oportunidad de oro por falta de planificación, de previsión. Es esta una dificultad que muchos especialistas ya comienzan a vislumbrar.

La transcripción de la nota puede leerse haciendo clic aquí.

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