Según el ya famoso estudio de los economistas Carl Benedikt Frey y Michael Osborne, de la Universidad de Oxford, el 47% de las tareas que hoy necesitan a un ser humano para ser desarrolladas podrían ser automatizadas tan pronto como en 2033. Para evitar la debacle en el empleo, los tecnólogos y políticos más optimistas ponen su fe en una reforma educativa. Si se cambia la educación, dicen, ese ejército de potenciales desocupados encontrará su lugar en el mundo descartando los trabajos rutinarios y desarrollando los creativos y los de cuidado (ligados al contacto humano), las dos áreas en que seguimos ganando a los robots. Pero si la historia se repite, a los escenarios utópicos no se llega sin transiciones dolorosas. En sus primeras etapas, las dos revoluciones industriales tuvieron una cosa en común: el crecimiento gigantesco de las diferencias entre los que fabricaban fortunas millonarias y los que se empobrecían en masa. Si es cierto que estamos en las puertas de la Tercera Revolución Industrial, ¿por qué habría de ser diferente esta vez?
[Fuente: iEco]