Roxana Morduchowicz es la autora de «Los adolescentes del siglo XXI, los consumos culturales en un mundo de pantallas». Esta especialista en medios y educación elaboró, diseñó y dirigió el estudio que derivó en este trabajo durante su gestión en el Programa Escuela y Medios del Ministerio de Educación de la Nación, una investigación cuantitativa basada en encuestas realizadas en 2011 con 1200 chicos de entre 11 y 17 años de escuelas de todo el país.
En una entrevista de Emilio Ruchansky publicada hoy en Página/12, la especialista desarrolla una serie de conceptos que queremos rescatar aquí:
El panorama desde casa
“Las casas de los adolescentes tienen más pantallas que libros, diarios y revistas. Todas cuentan con una televisión y seis de cada diez tienen dos o más aparatos. El ciento por ciento de los hogares tiene al menos un celular. Siete de cada diez tienen computadora, y la misma cantidad, lector de DVD. La presencia de las pantallas en las casas donde hay adolescentes creció fuertemente en los últimos seis años”.
El celular
«El celular es el medio que más creció en los últimos años y el único que no distingue sector social. Prácticamente todos los chicos de 15 a 17 y la muchísimo más que la mitad de 11 a 14 tienen un celular. Básicamente, les permite dos funciones que para los adolescentes son muy valoradas. La primera es comunicarse con amigos (…) Y la segunda es escuchar música. La música es el consumo cultural que marca el paso de la infancia a la adolescencia. Los chicos y adolescentes usan la computadora, leen historietas, navegan por Internet, lo que no hacen de la misma manera es escuchar música.»
El celular en el aula
«El rol de la escuela, respecto del celular, es muy controvertido en todo el mundo. Se está discutiendo y debatiendo. En principio podría decirse que es distractivo y el chico no podría utilizar el celular si está en clase. Esta fue la primera disposición que se tomó en la Argentina en muchísimas provincias. Se prohibió en clase. Sin embargo se está reviendo porque no todas las escuelas del país tienen acceso a Internet en las aulas. Si un docente está dando clases y hablando sobre la contaminación de un río y resulta que necesita un dato y hay algún chico en el aula que tiene un celular inteligente, entonces ahí hay un uso educativo. Como tienen cámaras, si están haciendo una experimentación, tranquilamente un profesor de ciencia, biología, de botánica, podría decirles a los chicos, saquemos fotos de esta planta, de ese experimento, de esta actividad para después comparar y demás. Las tecnologías, en todas las épocas, tienen un altísimo potencial y un valor educativo o cultural importante. Hay que ver cómo se usa.»
La generación multimedia
«Hay muchísimos estudios que demuestran efectos positivos de esta marca del siglo XXI como efectos negativos. Es positivo la manera de procesar imágenes, contenidos, que es muchísimo más veloz. Como efecto negativo se marcan la dispersión, el no poder concentrarse, el tener que cambiar permanentemente de ventanas, de medio, de soporte, de contenido.»
La función de la escuela
«La escuela nació con Guttemberg, cuando se creó la imprenta, se hizo necesaria una institución que enseñara a leer aquello que la imprenta ayudaba a difundir. La escuela fue la proveedora de información en los siglos posteriores, pero hoy tiene que redefinir su función porque ya no tiene el monopolio de la información. Información es lo que sobra, los chicos tienen en Internet una biblioteca inmensa, infinita si uno quiere. La escuela tiene que enseñar a interpretar, procesar y evaluar esa información. Por ejemplo, los estudios marcan acá y en el resto del mundo, que los chicos tienen una alta credibilidad respecto de lo que encuentran por Internet. Hay que enseñarles cómo buscar, cuál es la credibilidad de la fuente y a pensar esa sobreinformación que hoy.»
Adolescentes y redes sociales
«La adolescencia todos la recordamos como una etapa donde el cuerpo cambia, se transforma y nada nos conforma a medida que la estamos viviendo. El hecho de no tener la dimensión corporal, es decir una exposición física, hace que los chicos en las redes sociales se desinhiban más porque no precisan mostrarse en una época en el que cuerpo está en transformación y les trae sobresaltos, vergüenza o timidez. (…) El perfil en una red social es mucho más que una página web, pone en juego su propia personalidad. Ensayan, prueban, suben algo en el perfil y si les va bien, después lo incorporan en la vida real.»
Fuente: Página/12
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