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Una mirada sobre el futuro de la educación

Si bien no es posible -ni justo- generalizar del modo en que lo hace la viñeta a continuación, es igualmente cierto que hay mucho de este pensamiento que ya está enquistado en el sistema -y más se nota cuanto más se sube en la «pirámide» de responsabilidades-.

Unos minutos después de hallar y republicar esto en mi perfil en Facebook me encuentro con un artículo de Adrián Paenza en Página/12, en el que bajo el título de «Alfabetización siglo XXI» este matemático, docente y periodista habla sobre algunos de los cambios, ya no necesarios sino imprescindibles, de la educación argentina.

A partir de la noticia del aumento del presupuesto de Ciencia y Técnica recientemente anunciado por el gobierno, del 0,65% al 1,65% por ciento, el Dr. Paenza dice cosas como estas:

No reniego de nuestros recursos naturales tradicionales: muy por el contrario. Pero teniendo tanto potencial, ¿podemos seguir dependiendo de si sube o no la soja? Creo que podemos permitirnos ilusionarnos con algo más, pero para eso hacía falta dar un primer paso, un enorme primer paso, y eso fue lo que anunciaron Cristina Kirchner y Lino Barañao: aumentar el presupuesto de Ciencia y Técnica. Llevarlo del 0,65 por ciento del PBI que se invierte ahora al 1,65 por ciento. (…) El país, de acuerdo con este plan, apunta hacia algunos objetivos muy concretos y estratégicos, pero yo me quiero detener en uno muy especial: la generación de software.

¿Contestaría usted que una persona se define hoy como alfabeta si sabe leer y escribir? Creo que es fácil detectar que esa definición estaba bien hace 50 años… o 100 años, pero ¿y hoy? ¿Podría afirmar que una persona que solamente sabe leer y escribir es una persona preparada para enfrentar la vida sin dar ventajas como lo estaba hace un siglo? Ciertamente son condiciones necesarias, pero ¿suficientes?

A continuación, el autor elabora una lista de la A a la Z con algunos de los avances tecnológicos que identifican a esta verdadera revolución digital, desde los teléfonos inteligentes hasta los vehículos robotizados y los sistemas de reconocimiento de voz. Y continúa con dos párrafos de un informe preparado por la Fundación Sadosky:

Estos sistemas, herramientas y servicios pertenecen a un dominio muy vasto, que continúa creciendo, conocido bajo la denominación de Tecnologías de la Información y Comunicación (TIC). Pero estas tecnologías no se limitan a esas aplicaciones y son en gran parte responsables de la revolución de la biología molecular, con impacto en la salud y la alimentación, o de que muchas industrias hayan mejorado sus productos y los han hecho más seguros y eficientes.

Y añade:

Es obvio que hay muchísimo para debatir porque esto recién empieza, pero propongo de entrada sumarme a lo que está sucediendo en el mundo: ¡hay que enseñar a programar en las escuelas! Sí, a programar. Y cuando digo escuelas, me refiero a las escuelas primarias y secundarias.

Esta cierta concepción utilitaria, a mi personalmente no sé si me cierra del todo. Enseñar a programar «para» en vez de «por qué» tiene sus riesgos. Pero sin dudas la propuesta es interesante aunque no innovadora. Muchos docentes enseñamos a programar: si no programación «dura», sí seguramente algo de código y lógica de programación. Y concluye:

La pregunta que yo quiero hacerle a usted (y me la hago a mí también) es: ‘¿Queremos subirnos al siglo XXI o no?’. El propósito es empezar a discutir los cambios que debería sufrir (o disfrutar, para elegir un término mejor) el sistema educativo. Tal como está, no sólo atrasa, sino que corremos el peligro de quedarnos afuera de la nueva revolución. Y lo peor es que tenemos todas las herramientas para que eso no suceda.

Hace algunos años, en los comienzos del proyecto que después se convertiría en «Conectar Igualdad», el Dr. Paenza fue un entusiasta impulsor. Luego, y sin ser nuestra intención siquiera mencionar aquí sus razones, dejó de apoyar el proyecto.

Esperemos que una nueva decepción no lo aparte esta vez. Dr. Paenza, los que estamos en el llano contamos con usted.

Fuente: Página/12

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