Si no estás pagando por algo, no eres el cliente; tu eres el producto que está siendo vendido.
Andrew Lewis. Citado en el sitio de Collusion.
Instagram es una aplicación gratuita para compartir fotos, con la que sus usuarios pueden aplicar efectos fotográficos como filtros, marcos y colores retro y vintage, y luego compartir esas fotografías en redes sociales como Facebook, Twitter, Tumblr y Flickr. La característica distintiva de la aplicación es que le coloca a las fotos un formato que recuerda a la Kodak Instamatic y las cámaras Polaroid.
En abril pasado se anunció que Facebook compró Instagram. Demostrando una vez más que entiende perfectamente la diferencia entre aquello que es «gratuito» y lo que es «sin costo», la empresa de Zuckerberg modificó las normas de privacidad para quedarse gratuitamente con todo lo que el usuario publica y disponer de ello a discreción, aprovechando los gustos de sus usuarios para venderlos al mejor postor. Esto es, ofrecer un servicio gratuito pero al costo de nuestra privacidad.
En las nuevas normas, que entrarán en vigencia a partir del próximo 16 de enero, Instagram compele al usuario a estar de acuerdo con la comercialización de su alias, gustos, fotos y cualquier cosa que haga, con el fin de usarlo para contenidos de pagos esponsorizados o promociones. Por supuesto, sin brindarle ningún tipo de compensación. La opción en contrario es, claro, darle de baja a la cuenta.
Un punto procupante, si es que más se pudiera estarlo, es que el sistema no hace distinción de la edad del usuario o de los fotografiados. Todos quedan a merced de Instagram. Aun los menores.
Facebook pagó mil millones de dólares por la compra de Instagram. Ahora es esta última, a través de su blog, la que avisa a sus cien millones de usuarios de los cambios que se efectuarán. Entre los motivos esgrimidos en la nota está una «mejor gestión del spam» y un mejor aprovechamiento de la información de ambas redes.
Una paradoja: los usuarios de Facebook tuvieron oportunidad de votar estas normas, pero solo lo hizo el 0,05%, es decir, medio millón entre más de mil millones de usuarios.
Las nuevas normas permiten a Instagram el uso de las fotos de niños, quienes se pueden dar de alta a partir de los 13 años, para campañas de marketing o de publicidad, así como el aprovechamiento de los contenidos y de sus gustos. Al momento de dar el alta a un menor de 18 años, Instagram da por entendido que al menos un padre o tutor del chico está de acuerdo en el uso de sus contenidos para marketing. También advierte que no asegura la identificación de servicios de pago o contenidos esponsorizados.
«Facebook ve a los adolescentes como minas de oro», manifestó Jeffrey Chester, director ejecutivo del Centro para la Democracia Digital. La organización se apresta a presionar a la Comisión Federal de Comercio (FTC) para forzarla a que implante políticas que protejan la privacidad de los menores.
Fuente: Diario El Pais