El doctor y profesor universitario de Educación Peter McLaren se encuentra en Argentina para una conferencia sobre “Pedagogía radical” en la Universidad del Salvador (USAL). Para la ocasión fué entrevistado para el suplemento iEco de Clarín, entrevista que reproducimos en parte aquí, en la que reflexiona sobre la tecnología y se pregunta si de alguna manera no crea «una ilusión de conectividad».
Este magíster de Brock University y doctor de la Universidad de Toronto nacido en Canadá, es reconocido internacionalmente como el creador de la pedagogía crítica, la cual reconoce él mismo como tributaria del trabajo de Paulo Feire y al propio educador brasileño como su mentor.
Afirma que la pedagogía crítica no es una metodología sino que se trata de algo que tiene lugar en todos los espacios públicos. Y asegura que la ve «como un movimiento social y como la introducción a una forma de vida”.
Periodista: Pero, ¿tiene implicancias metodológicas?
McLaren: Sí, las tiene. Una sería valorar los conocimientos, las experiencias y las historias de vida de los estudiantes, en cualquier nivel de educación. Valorarlas significa volver la educación relevante para sus vidas.
P: ¿De qué forma?
M: Las experiencias que traen los estudiantes y las interpretaciones que tienen de ellas no hablan por sí mismas: necesitan ser entendidas y desafiadas. Porque tal vez esas experiencias y conocimientos los condicionaron de manera racista o patriarcal o autoritaria. Hacer la educación relevante y crítica quiere decir desafiar las historias y discursos de los estudiantes, pero de tal modo que no desaparezcan sus voces.
P: ¿En qué consiste la pedagogía crítica?
M: El arte de la pedagogía crítica es proveer lenguajes variados, lenguajes de posibilidad, lenguajes críticos, lenguajes de esperanza, de tal forma que los estudiantes puedan empezar a entender mejor cómo fueron creadas sus subjetividades y puedan construir alternativas. Una manera de hacerlo es, como propone Walter Mignolo (profesor argentino que trabaja en la Universidad de Duke), des-ligarse de las epistemologías de la colonización. Esta desvinculación es posible mirando otro tipo de epistemología para crear distancia y generar otros modos de pensamiento y traerlos a una conversación con las epistemologías occidentales. Esta aproximación, sin embargo, no es suficiente. No es sólo cuestión de cambiar nuestro modo de pensar: tiene que ser también un cambio material.
P: ¿Cómo afecta esta posición pedagógica a la relación alumno-profesor?
M: Mi mentor fue Paulo Freire (teórico de la educación brasileño), a quien mucha gente entiende mal. Creen que él habla de la relación entre profesor y estudiante como si el profesor fuera un facilitador. No creo eso y Freire tampoco lo creía. Los profesores han ganado el derecho de hablar con autoridad, no de manera autoritaria pero con una forma particular de autoridad para trabajar con temas críticos. Para mí, y esta es la clave, profesores y estudiantes son co-participantes en un proyecto mayor. La conciencia crítica no es algo que ocurra antes de las luchas: no te volvés crítico en un aula leyendo libros. Por eso, tanto profesores como estudiantes necesitan ser parte de una causa mayor, y esto puede ser en un vecindario, en una comunidad, puede ser local, nacional o, incluso, trasnacional.
P: ¿Cómo es vista esta pedagogía en los EE.UU.?
M: Allí no pensamos por fuera de la “caja”. La palabra “socialismo” no es siquiera articulada. Después de la Gran Depresión, algunos educadores se preguntaron si la educación podía construir un nuevo orden social. Esta pregunta debe volver a formularse en este particular momento del capitalismo global en crisis.
P: ¿Cómo ve el rol de la tecnología en la educación?
M: Solía ir a las clases de Marshal McLuhan cuando era estudiante y todavía me interesa, pero no he podido dedicarme al tema. Creo que las tecnologías tienen que ser miradas específicamente para entender sus efectos. Se asume que la tecnología está bien y se piden más computadoras, más televisores y videos. Pero debería haber más estudios específicos. Hay usos muy interesantes de la tecnología. Pero me pregunto también si de alguna manera no crea una ilusión de conectividad…
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La educación es quien orienta y ayuda a crecer como personas, como seres humanos con su propia identidad, libres y autónomos
¿Cómo no coincidir? ¡Gracias por comentar! Saludos,
EDUCAR ES AYUDAR A SER MEJORES SERES HUMANOS CON EMPATÍA, ES DECIR UNA EDUCACIÓN CON VALORES.
UNA BUENA EDUCACION ES LOGRAR QUE LA MOYOR CONTIDAD DE NIÑOS ATRAVIESEN LOS ESTANDARES DE CALIDAD Y OBTENGAN HERRAMIENTAS Y CONOCIMIENTOS PARA SUPERAR BARRERAS PARA LA VIDA.
Gracias por los comentarios. Cada aporte, suma. Saludos,
Una buena educación es lograr que los actores en el proceso de enseñanza estén claros en cual es el papel que dada uno debe asumir ,los docentes cada día incentivar a los estudiantes a aprender con estrategias activas e innovadoras haciendo que el estudiante sea el protagonista de la clase.