En esta entrevista, hecha en marzo de este año por Carmen Aristegui para su programa en CNN, Eduardo Galeano habla con consabida lógica e ironía, sobre la historia, el racismo, Obama, la realidad latinoamericana y el mercado, entre otros temas que preocupan al escritor uruguayo, todo en el marco de la presentación de su último libro, «Espejos. Una historia casi universal».

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TRÍPTICO: CRISTO HABLO CONTIGO
A Eduardo Galeano. Liberia. Costa Rica
1- HE VISTO ESOS OJOS:
Aquí empiezo a conocer al hombre
oculto en la palabra de su evangelio.
Mientras camino,
la noche me devela su nombre.
Su cara me es familiar.
Yo he visto esos ojos detrás de la ventana,
con su voz cultivar el corazón del oprimido.
Cuando la tarde comienza a perder su luz, lo miro:
encender la hoguera
al borde de sus pies cansados.
He escuchado como le canta el pájaro,
cuando desciende desnuda esa sombra,
arropando su cuerpo de estrella.
De sus manos: brotan flores, de su boca hermosos versos,
y de su cuerpo luz por el camino de todos.
En esta tierra que duele, hasta los galpones del alma.
Con sabor a tristeza y a ternura de mujer,
soledad que aprisionan mis brazos.
Amo de ese hombre: su fe, su evangelio y su perdón,
que lleva dentro de sus manos cansadas.
2- EL PROVEEDOR DE ARMAS
El proveedor de armas: no asoma sus manos,
tampoco sus dientes. En el último grito de la víctima.
Es el gran ausente.
Los de corazón débil:
empuñan la muerte por mandato supremo.
No importa la sangre que lleva el río,
el dolor que desnuda su vientre.
Cuando regresan de la guerra: son llamados héroes,
patriotas. Algunos con los labios cerrados,
otros con su luz perdida en horizonte.
Pero ellos: nunca asoman sus manos,
tampoco sus dientes. Y no van a la guerra.
Otros valores fustigan los ojos cansados
del victimario y de la víctima. Hasta convertirlos en bestias.
Símbolos: (banderas, sistemas políticos, credos religiosos).
Ciegan al hombre contra el hombre.
Pero ellos: nunca asoman sus manos,
tampoco sus dientes. Entre las cenizas que todavía arden.
El proveedor de armas: no asoma sus intenciones,
tampoco sus objetivos. Cuando los débiles de corazón
van a la guerra, ocultan el trasfondo de su mirada.
Pero ellos: nunca asoman sus manos,
tampoco sus dientes. Y no van a la guerra.
Como las garras del águila en vuelo,
se dejan ver cuando su presa desangra su luz.
Entre las cenizas que todavía arden.
Sus crímenes, justificados continuamente.
No importa los medios que se empleen:
desde las bombas de racimo, hasta el fósforo blanco.
Para incendiar cuerpos desnudos en el escenario.
Cristo, no te olvides, hablo contigo.
Son los mismos de ayer, los de hoy y los de siempre.
Con otros rostros, con otra sonrisa,
los que te llevaron hasta la cruz,
para clavarte las manos y los pies de verdad.
Pero ellos: nunca asoman sus manos,
tampoco sus dientes. Y nunca fueron a la guerra.
3- ENTRE ESPINAS
Cordillera adentro: he visto a ese hombre llorar,
con su túnica ensangrentada. Su corona…
no de diamantes, tampoco de alegrías… sino de espinas.
No hemos aprendido de su evangelio. Al día de hoy,
nos arrastra la soberbia, el facilismo, el dinero.
Nos embriaga el poder. Disfrutamos de los caídos:
de los que mueren con el hambre dentro de sus labios,
y tocan fondo sus manos desnudas.
Cristo:
¿Qué nos llevó a la indiferencia? Al disfrute de la tortura,
de la limpieza étnica, al crimen organizado, a los abusos de poder…
Las prácticas del Nuevo Hombre sobre La Tierra
(el odio, el egoísmo, la avaricia, la ambición…)
No están contemplados dentro de Los Diez Mandamientos.
¿Cuándo caerá toda tu ira Señor?
Contra la desobediencia, contra los corruptos.
Los que han pisoteado a tu pueblo.
¿Cuándo tocará la paz a nuestra puerta?
Y la libertad del hombre, alcance el vuelo del pájaro.
En esta Tierra que duele hasta la muerte.