La Cámara del Crimen sobreseyó el viernes a Santiago Kovadloff en un juicio por presunto plagio, asegurando que «las ideas consideradas en sí mismas no son obras y su uso es libre», porque forman «el fondo común de la humanidad». En primera instancia, Kovadloff había sido sobreseído con la expresa constancia de que la causa «en nada afecta su buen nombre y honor», algo que ratificó el tribunal de apelaciones.
Patricia Zas había denunciado penalmente a Kovadloff porque en su conferencia «El dilema de los valores en el mundo de hoy», el escritor y ensayista argentino repitió ideas que ella había desarrollado en su artículo «La identidad puede provenir del futuro».
Según se informa en la Revista de cultura «Ñ»,
La Sala Cuarta de la Cámara descartó la existencia de una violación a la ley de Propiedad Intelectual, que ‘protege sólo la forma, el modo de expresión, y deja dentro del dominio público la idea’. ‘Las ideas consideradas en sí mismas no son obras y su uso es libre’, dijeron los magistrados (…) ‘La protección del derecho de autor abarcará las expresiones, procedimientos, métodos de operación o conceptos matemáticos en sí’, sostuvieron los camaristas citando textos legales y fallos de tribunales superiores que ya habían zanjado la cuestión.
Hasta aquí, todo conforme a derecho. Pero de alguna forma Zas se sintió afectada por la utilización de su idea. ¿Por qué? ¿No fue citada, y por lo tanto el crédito fue tácitamente otorgado a Kovadloff? ¿Fue dicha fuera de contexto y entonces cambió el sentido? ¿Quiso sacar partido? Vaya uno a saber.
Lo cierto es que este concepto de las ideas como patrimonio de la humanidad está íntimamente ligado a la ética. Y eso, ciertamente requiere de otro tipo de juicio: el juicio de valor.
Disculpame Eduardo, pero esto no roza la ética en absoluto. Jamás la humanidad hubiera podido desarrollarse sin tener en cuenta las ideas y conclusiones desarrolladas por algún otro. Seguiríamos en la época de las cavernas. Y si hubiera que citar a todos y cada uno de los que sostienen ideas como las de uno, no alcanzaría el tiempo como para tranmitir la propia idea. Si Zas hubiera escrito un tratado con forma y fondo, y lo hubiese registrado según la ley de propiedad intelectual, nadie hubiese podido repetir lo dicho o escrito, de dicha manera. Pero si se trabaja sobre una «idea» la libertad debe ser absoluta. Si no nos condenamos a no pensar.
Ivo:
Gracias por el aporte. Y por supuesto que te disculpo, tanto por tu opinión -que respeto- como por llamarme Eduardo.
En parte acuerdo con tus conceptos, pero permitime que insista en la cuestión de la ética: creo firmemente que todos los actos del hombre, así como sus ideas, deben estar regidos o enmarcados en una ética que surja justamente de un juicio de valor.
Es cierto que todo el conocimiento humano se asienta sobre las ideas y saberes de alguien más -transmisión de cultura, que le dicen-, pero este caso en particular me llamó la atención por la postura extrema de una de las partes, y por eso lo traje a colación en el blog.
Tal vez debería haber aclarado en el post que soy partidario de las licencias Creative Commons, como se desprende de la declaración que se encuentra al pié de este blog. Estas licencias se basan en un acuerdo de uso que es básicamente ético.
Ha sucedido que un medio grande ha usado material de «seres anónimos» que produjeron y publicaron lo suyo bajo una licencia CC, con total impunidad y sin ningún reconocimiento a la fuente.
Lo que pido es que si alguien usa mi material -es decir, si alguien tiene un grado de inconsciencia tal como para construir una idea sobre las mías- me mencione. Nada menos. Pero como digo al final del post, no sé si es este el caso. Sólo planteo algunas de las consideraciones que la noticia me llevó a repensar. Y que bueno que lo discutamos.
Te dejo un abrazo. Gracias nuevamente,
Enrique
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disculpeme eduardo, yo queria darle mi opinion que todo es culpa del calenamiento global causado por todos los gases contaminantes que se producen en el medio ambiente.